lunes, 25 de diciembre de 2017

Manual de lucha y libertad #4



Que la España de hace cincuenta años no estaba preparada para la ópera prima de un cineasta como Basilio Martín Patino se comprueba en cómo su afilado discurso, su hiriente crítica a todas y cada una de las inamovibles instituciones franquistas, lograron no ya la posibilidad de estrenarse y visionarse, sino que incluso obtuvo un más que merecido reconocimiento en el festival de San Sebastián. NUEVE CARTAS A BERTA es un fresco intimista narrado en dos claves perfectamente diferenciadas como compatibles. Por un lado, la epístola en nueve capítulos que el protagonista, Lorenzo (un jovencísimo Emilio Gutiérrez Caba, que encarna sin ambages la vivencia del propio Martín Patino) va desgranando desapasionadamente, como una amortajada letanía que evoca el sueño inalcanzable de dos paraísos invisibles, fuera de campo: Londres, donde pasó una breve temporada, y la Berta del título, encarnaciones de todo lo opuesto a la gris y férrea España de miedos agradecidos, curas de culo blando y una sobreprotección maternal asfixiante, que comenzó ahogando a su padre, antiguo revolucionario y sumido en la peor de las derrotas, el ostracismo. Así, Martín Patino nos muestra a ese Lorenzo cabizbajo, desacomodado, como la pieza que no encaja en ningún sitio, y a través de su mudo silencio cotidiano se nos abre aquella infame época a quienes no la hemos habitado directamente, pero seguimos sufriendo sus consecuencias, pues nunca se fue del todo. Los siniestros bailes del pueblo, donde el cura vigilaba a los jóvenes para que no se rozaran, los guardias civiles (aquellos, que lo son tanto como estos) aferraban sus fusiles y los tunos beodos daban paso a la reina de las fiestas, que con sonrisa imbécil anunciaba que dejaba los estudios para casarse, entre vítores satisfechos. Con la excusa machadiana, la cultura, la inteligencia, la crítica, la libertad en suma, son los grandes derrotados de esta amarga pero tan necesaria película; esta España nos dejaron, para que algunos, demasiados, la estén reclamando otra vez y no nos demos cuenta de que ya entera nos helará el corazón...
Excepcional. Obra maestra absoluta.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!