viernes, 25 de septiembre de 2015

Astros y física



Es difícil empatizar con el cine de David Cronenberg, pero eso ya lo sabíamos; el caso es que los últimos títulos del director canadiense están no sólo confirmando esta teoría, sino ampliando la controversia alrededor de los mismos. Es aún más difícil afirmar, por ejemplo, si estamos ante obras visionarias, de las que dentro de un par de décadas algunos estudiosos del medio se harán cruces maravillados ante tanta anticipación, o por el contrario tenemos a un señor con aspecto de profesor de literatura haciéndole pedorretas al star system, y sin que nadie atine a descubrirlo con seguridad. Lo digo porque MAPS TO THE STARS empieza como un helicoidal cruce entre Robert Altman y David Lynch, un cóctel de coral y onírica audacia en torno a un montón de personajes que no quieren a nada ni a nadie, y cuyo único objetivo, ya que el corazón les sigue latiendo, es mantener y aumentar cada día su cuota de popularidad... ¿Cueste lo que cueste?... Y caiga quien caiga.
Son personajes y situaciones incómodas, grasientas por mucho que se envuelvan en el celofán de la "nueva y ostentosa espiritualidad", un submundo que consiste en perdonarte todo el tiempo mientras sigues echándole la culpa de todo a los demás. Es Hollywood, Los Angeles, Beverly Hills... Todos conocemos ese camino pese a que ninguno lo hemos andado, y son personas que conocemos aunque nunca las hayamos visto. Actores y actrices, y aspirantes a guionistas, y también los directores y los agentes de los actores. Son los que nos mienten todo el tiempo para que les amemos. Y son los que parecen contagiados de algún virus humanoide, fuera de su fisiología privilegiada, cuando cruzan un par de palabras con esas (pobres) personas normales. Cronenberg habla de todo eso, y lo hace sin cortarse un pelo; lo que ya no nos queda tan claro es cómo revuelve uno la mierda sin mancharse las manos. Pero bueno, tiene tres o cuatro escenas bastante divertidas (sí, divertidas) y Julianne Moore consigue el esforzado propósito de parecer absolutamente despreciable y abyecta.
Ah, y mil puntos para quien lograse reconocer a Carrie Fisher... Y eso que se interpretaba a sí misma...
Hay que verla, no nos queda otra...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!