viernes, 11 de septiembre de 2015
El fin del idealismo
Una de las mejores películas que uno puede ver ahora, con el fin de desembarazarse de cualquier sobredosis de filamentos digitales, es THE MAN WHO WOULD BE KING; y bien harían las productoras en ir tomando nota antes de que se les acabe la gallina, los huevos y otras cosas... Aquí está todo, todo lo que el cine de aventuras debe ofrecer. Hay acción, humor, dinamismo, diálogos inteligentes, una fotografía y música espectaculares, una historia bien contada, personajes de carne y hueso, y una gran crítica al inmovilismo sedentario que escuchimiza al ser humano hasta dejarlo en pantomima de su propia causa. Es cierto que la obra original de Kipling ya contenía una sustancia de lo más estimulante, pero John Huston eleva a la máxima potencia este espectáculo visual, sin el cual resulta imposible entender, por ejemplo, a cierto aventurero con látigo y sombrero. La película, no obstante, prescinde de cualquier resto de autocomplacencia y no evita detalles escabrosos y crueles; desde su magistral arranque, con la visita de un misterioso personaje al propio Rudyard Kipling, se nos pone sobre la pista de Danny Dravot y Peachy Carnehan, cuya camaradería sólo puede ser superada por dos cosas: su ambición y ansias de aventuras. Ambos inician un viaje que sólo un loco emprendería hacia un país del que ni siquiera podrían asegurar su existencia, con la idea fija de convertirse en los hombres más ricos del planeta. Y reconozco que el ritmo, las interpretaciones (soberbios, inmensos, Sean Connery y Michael Caine) y todas las peripecias que integran dicho viaje son la médula espinal del film, pero aún Huston (y Gladys Hill) le aporta ese regusto desencantado proveniente (aunque parezca descabellado) del cine negro; los personajes viven ese momento de gloria con fruición, embelesados, pero con un pie en el alféizar de la realidad, conscientes de que el precio a pagar por la gloria es demasiado caro. Esto es, en último término, lo único capaz de separar los destinos de dos hombres que eran inseparables... aunque sólo uno pudiera reinar...
Una de las películas más hermosas de todos los tiempos.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
4 comentarios:
Sin ningún lugar a dudas.
mmm...uniformes rojos, y además masones. ¿Cómo iban a durar en el trono?
Pues que tomen nota mediocres como los "reyes " que ahora sufrimos... Ah, que les da igual... Pues eso.
No me imagino yo ninguna película de aventuras actual con un final como el de ésta...
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