jueves, 10 de julio de 2014
Alain Resnais: Tributo a un maestro #18
Un grande lo demuestra en sus horas bajas, sobre todo ahí, donde es capaz de imponer su sello incluso en un proyecto fallido. I WANT TO GO HOME es como una extraña interrupción en la excepcional estructura de trabajo que venía construyendo junto a su equipo de confianza; una especie de divertimento o placer culpable, que tiene mucho del viejo musical de Broadway (su protagonista es nada menos que el mítico Adolph Green) mezclado con esa gran pasión de Resnais, que siempre fueron los comics como realidad alternativa. Esta comedia agridulce la podría haber filmado perfectamente Woody Allen, y le habría salido mejor, pero diferente, más entretenida seguro, pero con menos acidez también. Joey Wellman es un veterano dibujante de comics con dos personajes centrales: la gata Sally y el gato Hep, caracteres contrapuestos y siempre discordantes. Wellman viaja desde Cleveland a París con su esposa, donde asistirá a una exposición sobre su obra; al llegar, se topará con una realidad muy distinta a la que esperaba. No sólo nadie le conoce, sino que alucinará con un grupo de snobs todoterreno, que opinan de todo sin saber de nada. A ello se le sumará la presencia de su hija Elsie, que vive en París desde hace un tiempo para preparar una tesis sobre Flaubert que intentará entregar, sin éxito, al profesor Christian Gauthier (Gérard Depardieu), a la sazón único gran y rendido admirador de la obra de Wellman. Sí, estamos ante la típica y manida comedia de enredos norteamericana, con su trasfondo salvavidas e incesantes idas y venidas de sus personajes; y, por un momento, a Resnais parece pesarle todo el proyecto, que se carga innecesariamente de una voluminosa atmósfera referencial (en especial al dibujante Jules Feiffer) y se torna en exceso enrevesada e ininteligible. Es ya en su final donde asoma el mejor Resnais, afilado, observador y repleto de segundas intenciones; en apenas cinco minutos, y apoyado en un desorientado Adolph Green recordando viejas melodías para poder entenderse con los atónitos vecinos de un pueblo, se trazan magistralmente las insalvables diferencias entre dos culturas diametralmente distintas. Porque los grandes siempre son grandes...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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