Algunos recordarán que el cine oriental no siempre fue un extraño artefacto exótico y resbaladizo; desde casi siempre llegaban a Europa trabajos de gran calidad, especialmente de Japón y posteriormente del gigante chino. Los festivales eran los grandes beneficiados de este singular desembarco, ganaban prestigio y difundían unos trabajos que evidentemente no iban a ser de fácil aceptación.
En Japón, los grandes maestros tenían su parcela conquistada desde mucho tiempo atrás. En China, no fue hasta finales de los ochenta/principios de los noventa que se supo de un reducido grupo de cineastas que conjugaban con gran maestría las tradiciones visuales de su país y atrevidos experimentos de corte cuasivanguardista. Zhang Yimou fue la gran cabeza de lanza de este cine con títulos decisivos más de veinte años después. Me resulta incomprensible la última tendencia de Yimou hacia el soporífero cine de artes marciales al estilo MATRIX, cuando ha sido capaz de firmar trabajos tan poderosos como JU-DOU (Semilla de crisantemo, en español). En ella, la incuestionabilidad de las ancestrales leyes rurales, en las que una mujer es comprada sin alteración alguna por un anciano, son enfrentadas a un torbellino de sentimientos que se desata en mitad de una pasión casi incestuosa. En medio, el color. Zhang Yimou hace serpentear su cámara entre las telas teñidas de la tintorería, diríase que casi puede tocarse ese color repleto de vida propia. Otro contraste: la falta de dicho color en la presencia del impotente y amargado anciano, incapaz de engendrar el hijo deseado y la explosión irisada y metafórica de los amantes, clientes de un gozo vital casi místico. Se celebra la vida y el amor para dar paso a la crueldad y el resentimiento; y todo ello es manejado por el que probablemente sea el más grande director surgido de China, aunque en los últimos tiempos haya sucumbido (también él) a los encantos del star system.
Saludos a pleno color.
2 comentarios:
Yo, no lo puedo evitar, es ver una peli que venga de Oriente y ya la veo con otros ojos... no es snobismo, sino pequeñas debilidades que tiene uno. Y con Zhang Yimou y Gong Li pues un poco más si cabe... por más bodrio que pueda ser (que no es el caso del La semilla de crisantemo). Un saludo.
Ya digo que toda la primera época de Yimou es fascinante, aunque actualmente le hayan tomado el relevo luminarias como Hou Hsiao Hsien o Jia Zhang-ke; pero es ley de vida, Yimou ha sido el más grande.
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