Uno de los títulos que pasaron más desapercibidos en Sitges fue LA TOUR, el claustrofóbico desafío de Guillaume Nicloux, en clave de survival terrorífico y muy alejado de su habitual tono semidocumental. La premisa es simple: un día, los habitantes de un gigantesco edificio descubren que éste se encuentra rodeado de una extraña "nada", un vacío negro e insondable que todo lo engulle. Esto ya serviría para poner en pie un dispositivo eficiente para un film de género, pero Nicloux va un paso más allá y se centra en la observación minuciosa de los cambios sociales que se van desarrollando en el edificio, donde la supervivencia se ha convertido en la única prioridad. Y advierto que estamos ante un film áspero, sin concesiones, incluso desagradable y con tendencia a un pesimismo nihilista, como si supiéramos desde el principio que no hay ninguna esperanza para unas personas condenadas, y lo peor, sin saber por qué.
Recomendable, pero no para aprensivos.
Saludos.
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