Intención, reflexión y resolución. Con esa regla de tres uno puede enfrentarse a la mayoría de películas "enmascaradas", hypes forzosos, que son el pan nuestro de cada día. TALK TO ME es el perfecto ejemplo de esto que digo, títulos que vienen con la intención de "reverdecer" un género, pero que tras un simple ejercicio reflexivo no resuelven el nudo gordiano de su significante, generalmente un pastiche repleto de lugares comunes. Ni terror elevado, ni artesanía eficaz, el debut en la dirección de los hermanos Philippou es un relato sorprendentemente ingenuo sobre los puentes entre el mundo de los vivos y el de los muertos, basando todos sus hallazgos en una retahíla de jumpscares bastante predecibles y un guion al que cuesta seguirle el hilo, no por complicado sino por farragoso. Más metáfora de los peligros de la inmadurez que contundente violación de códigos morales, hay un buen puñado de films recientes que le pasan a éste por derecha e izquierda sin mucho esfuerzo. Y sí, se me ocurre Jordan Peele como gran plagiado, pero también Ari Aster, James Wan o David Robert Mitchell, cuya sombra sigue siendo alargada.
Sólo para un público nada exigente.
Saludos.
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