PREY es la (inevitable) precuela de la serie PREDATOR. Un film con una idea de partida interesante, un director que viene demostrando tener carácter y oficio, pero que no pasa de un aprobado raspado ¿La razón? No ser capaz de superar su condición de film menor, más cercano al producto televisivo que al cinematográfico; algo que no nos debería sorprender a estas alturas, pero que parece un denominador comúnmente aceptado. El argumento nos sitúa a principios del siglo XVIII, en un territorio Comanche, donde conocemos a Naru, una joven que tiene el firme deseo de convertirse en guerrera, contraviniendo las tradiciones de su pueblo. Tan sólo es apoyada por su hermano, el bravo Taabe, que sabe el esfuerzo que realiza cada día para equipararse a los hombres. Sin embargo, algo ha llegado de alguna parte, un cazador desconocido capaz de hacerse con cualquier presa... y eso los incluye a ellos. PREY es, eminentemente, un film entretenido, y no es poco; tiene un ritmo ágil, y su escueta duración evita que se eternice en una trama que no sortea su previsibilidad. Aun así, contiene momentos de acción de calidad, con unos efectos más que dignos, y una protagonista a la que echamos el ojo desde su participación en la serie LEGION.
No es memorable, pero puede salvarles alguna tarde aburrida de verano.
Saludos.
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