miércoles, 26 de diciembre de 2018
O cinema ao lado #3
E AGORA? LEMBRA-ME es una película monumental. Tan pequeña que su valor es inmenso, y tan cálida y cercana que es, antes que una lección de cine, una lección de humildad para cineastas con ínfulas de creador. Porque lo que Joaquim Pinto propone es, simple y llanamente, que quienes no hemos tenido la fortuna de conocerlo en persona podamos estar un pasito más cerca de su titánica epopeya, que, cual mito de Sísifo, se desarrolla cada día sin interrupción. Pinto lucha contra el VIH y la Hepatitis C desde hace más de dos décadas, y junto a su inseparable compañero Nuno y sus perros nos narra su vida desde infinidad de ángulos. Están los tratamientos, los inacabables nombres de las medicinas experimentales, los hospitales. Pero también está la humanidad, la lucidez de quien es capaz de algo tan difícil como es contarnos con todo lujo de detalles cada dolor y padecimiento, del más pequeño al más grande. Y de repente, sin previo aviso, Pinto salta a otra acuarela, la que pertenece a su vasta experiencia cinematográfica, sobre todo como sonidista, junto a maestros como Monteiro, Oliveira o Techiné. Sus residencias, tan diferentes, de la quietud de las Azores al bullicio de Madrid. La dificultad de comprensión de su familia por ser homosexual. Y quizá estén pensando que esto lo han visto antes, pero es seguro que muy raramente lo habrán visto con tanta generosidad y humanidad, porque ésta es una película humana en puridad, y muy cuidadosa a la hora de mostrar según qué datos, por escabrosos que estos sean. Es, en definitiva, la obra a borbotones de quien necesita mostrarse y mostrarnos, hacernos partícipes de un cine y una vida en las antípodas de cualquier sensacionalismo, y eso, a día de hoy, es oro puro.
Obra maestra absoluta.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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