viernes, 25 de mayo de 2018
Secuencias genéticas incompletas
¿Qué le falta a ANNIHILATION para ser una gran película, un clásico o un film de culto reconocible? Le falta empaque y le falta osadía. Alex Garland, de momento, parece un estupendo proyecto a medio cocinar de gran director, de autor total. De momento. Y hay otra cosa que me mosquea mucho de este film, y no por su culpa, porque no me parece un mal film, pero sí me parece un film extrañamente cobarde, que sólo se decide a liberarse de sus muchos lastres en el tramo final. Probablemente, con una hora de mediometraje nos hubiera sobrado para apreciar con menos bostezos e insertos gratuitos esta ¿reflexión? ¿metáfora? ¿deconstrucción? de algo parecido al sentido de la vida, al que puede que sólo podamos llegar cuando somos conscientes de nuestra finitud. Se parece a SOLARIS, sí, pero hay momentos en los que la cosa tira por lugares mucho más comunes, sobre todo los de la ciencia ficción de consumo rápido, con sus soldados, metralletas y monstruitos. Ahí está la clave, en que parece un producto innecesariamente artificioso, como si a Garland le hubiesen restringido el uso de una producción que, según parece, no ha sido precisamente barata, y cuyo descalabro en la taquilla estadounidense ha obligado a estrenarla fuera de Yanquilandia en una plataforma tan sospechosa como Netflix. Es decir, que seguimos con la dichosa dicotomía sin darnos cuenta, cuando o que nos quieren vender es otra cosa más políticamente correcta. Yo, de recomendarla (y teniendo en cuenta que apenas quiero desvelar nada de su trama), lo haría sólo a espectadores pacientes y avisados, pero que no esperen una revelación filosófica, como tampoco ninguna bazofia prefabricada y publicitada engañosamente. Mientras, esperemos que Garland siga definiéndose a sí mismo.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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