miércoles, 16 de mayo de 2018

El color de la forma #7



Casi todo el mundo coincide en que la verdadera filmografía de Sergei Parajanov comienza con TINI ZABUTYKH PREDKIV (LOS CORCELES DE FUEGO, y también conocida como LA SOMBRA DE NUESTROS ANCESTROS OLVIDADOS), un deslumbrante, vigoroso e inclasificable poema visual acerca del amor, el amor puro, que todo lo puede y todo lo vence. Ya su enclave es complicado, una remota zona rural en los Cárpatos ucranianos a mediados del siglo XIX, un lugar duro y sombrío, dominado por la superstición y el yugo omnímodo de la religión católica ultraortodoxa, y donde las diferencias económicas son simplemente insalvables. Un hombre, efectivamente pobre y ateo, hastiado de su penuria, instiga al potentado local, hasta que éste lo mata en público, quedando impune por su condición social. La familia queda desamparada, aunque a esas alturas sólo la conforman la desconsolada mujer y su hijo Ivan, que, contraviniendo cualquier juicio, experimenta un amor puro e irrefrenable por Marichka, la hija del hombre que asesinó a su padre. Parajanov filma en estado constante de alucinación, y su estilo se alinea con Tarkovski y Jodorowsky, con un primitivismo "sofisticado" y un gusto por la antropología en bruto, con una cámara que no para de moverse o permanece en radical estatismo para extraer unos primeros planos como postales eternas. Es muchas cosas, tanto una lección de vanguardia consecuente, un homenaje a los Hutsul (etnia ignota donde las haya) o un hermoso paseo por esos sentimientos que van más allá del tiempo o las localizaciones geográficas. Hay mucho de eso en una gran cantidad de títulos actuales, pero al lado de esta maravillosa película parecen apenas un manual visual de autoayuda.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!