viernes, 8 de septiembre de 2017

Y ahora... vas a quererme



Las posibilidades del cine actual, su sofisticación formal, dan como resultado algunas maravillosas rarezas difíciles de encuadrar en su propia contemporaneidad, pero a las que el tiempo les otorga una categorización majestuosamente intemporal. Para ello, suele hacer falta que no intervenga la casualidad, y que la intención sea exactamente esa, crear una obra que, sin pertenecer a un tiempo determinado, pueda identificarse, por extraño que parezca, en cualquier época. Hay infinidad de ensayos, y se me ocurren BLANCANIEVES o THE ARTIST, invocando el cine mudo, o la explicitación tarantiniana del exploitation, auténtica revolución en sí misma por la reconciliación con un tipo de hacer cine a menudo denostado. THE LOVE WITCH da, en este sentido, un paso aún más audaz, serigrafiando no ya un estilo, sino toda una estética del montaje y escenografía de la serie B. El argumento es lo de menos, o así parece mientras vamos descubriendo qué se propone la directora Anna Biller, mientras vemos ante nosotros un retablo de actuaciones, caracterizaciones, chascarrillos y hasta sonidos que no tienen otro fin que transportarnos a un tiempo pretérito, solo que está ocurriendo en nuestra (¡nuestra!) actualidad. Samantha Robinson va más allá de las convenciones y construye una fascinante bruja que se pasea por una ciudad de la costa Oeste con la misión de crear el filtro perfecto que la haga irresistible ante los hombres, que van cayendo irremediablemente a sus pies, pero sin saber que les aguarda un tenebroso destino. La película es precisamente eso, una poción fascinadora ante la que sólo queda rendirse en su impactante realización; y un espeluznante espejo deformante, que no es ni tan ingenuo ni tan maniqueo, y que detenta un necesario vistazo a lo antiguas que se van quedando las "películas modernas" y cómo hay estéticas mucho más poderosas, a las que artistas inquietos vuelven para que nosotros volvamos a amarlas... Ni más,ni menos.
Saludos.


2 comentarios:

ricard dijo...

Impecable como ejercicio de estilo, aunque me parece que la fidelidad a sus modelos limita drásticamente sus posibilidades y conduce la propuesta a la reiteración y el aburrimiento (al menos yo me aburrí, una vez superada la sorpresa y entusiasmo iniciales ante la originalidad del producto). Lo mejor, la belleza sesentera de su protagonista (parte esencial de la fórmula, claro).

Saludos.

dvd dijo...

Sí, estoy de acuerdo en que el punto más flojo es el puramente narrativo, y la historia desbarra por momentos. En mi opinión, todo el aparato formal lo compensa con creces, erigiendo una forma de hacer y entender el cine cargada de intenciones. En resumen, que actos de subversión como éste creo que son los que hacen desanquilosarse al cine.
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!