sábado, 26 de agosto de 2017

¿Qué puede matar a un dios?



Era necesario, casi indispensable, que en el sugestivo, libérrimo y renovador marco de las series televisivas apareciera el genio creativo de Neil Gaiman. Su extraordinario y desbocado talento apenas ha encontrado acomodo más allá de las páginas del cómic; no lo suficientemente valorado como novelista y prácticamente desconocido en su faceta de guionista, era una noticia que quienes le hemos seguido durante tres décadas hemos recibido con júbilo, pero también con no poca perplejidad. Las expectativas, he de decir, tenían sus reservas, pero AMERICAN GODS es una de las mejores series que uno puede encontrar en el oceánico marasmo en el que se ha convertido la ficción catódica. Extendernos sobre los detalles sería exhaustivo y contraproducente, pues acabaría por desvelar aspectos fundamentales para disfrutar de este, digamos, "thriller sobrenatural", paseo descomunal por la América mitológica, credencial y expansiva, convertida por sí misma en crisol de culturas, religiones y pactos atávicos que cada cual interpreta en su propio beneficio. De esa América de los mayas y aztecas, que una vez fue hollada por vikingos y luego por españoles, que conservaba intactos a los ídolos animales de las tribus del norte, es de lo que trata aproximadamente (y es un término aproximado) la novela original. Pero Gaiman va aún más allá y confronta a aquellos dioses, los que han sobrevivido y los que quedaron enterrados cuando ya no quedó nadie que los idolatrara, con los verdaderos "nuevos dioses", los que incontestablemente rigen el curso de nuestras vidas y a los que, quizá sin darnos cuenta, rendimos una pleitesía incluso más fervorosa y fanática que la de aquellos otros dioses. Ésta es la crónica de la guerra entre deidades más antiguas que el hombre y dichos nuevos cultos, los nuevos dioses que tienen su altar en los mass media, la imparable tecnología e incluso el muy polémico concepto de globalización, encarnado en el personaje más misterioso de todos.
Me resisto a desvelar más para quien no la haya visto aún o no esté familiarizado con los comics o la novela, pero es una serie no sólo deslumbrante conceptualmente (¡esas intros!), sino que está excelentemente interpretada (ojo al omnipresente papel, nunca mejor dicho, del gran Ian McShane) y está repleta de sorpresas, como una convención/cóctel de diferentes encarnaciones de Jesucristo o una viscosa historia de amor necrófilo...
Véanla, son ocho episodios que caen en un fin de semana y se sabe que la segunda temporada está en camino.
Saludos.

4 comentarios:

Jimmy FDZ dijo...

A mí también me ha gustado, sobre todo por el trabajo conceptual que bien apunta (me encantan las secuencias que nos introducen a otros dioses), pero debo decir que no me convenció tanto el despliegue estético, de imágenes ralentizadas y etéreas y todo eso, que por momentos me parecían algo caprichosas (a diferencia de cuando entre en escena el genio, atmósfera trascendental que cuadra perfectamente con ese encuentro sexual).
En todo caso me alegra enormemente que series como estas se hagan (series con personalidad, con discurso, con coherencia) en tiempos en donde el contenido Netflix, el nuevo dios, parece reinar.
Saludos.

dvd dijo...

Bien traído, jajaja...

Mister Lombreeze dijo...

Me da mucha pereza, pero te voy a hacer caso.

dvd dijo...

Si le coges el salvaje sentido del humor que derrocha te va a encantar...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!