martes, 29 de julio de 2014
América paranoica
SEVEN DAYS IN MAY comienza con un equívoco bastante inteligente: pancartas frente a la Casa Blanca, disturbios, la paranoia nuclear de hace cincuenta años. Seguidamente, dos altos cargos militares, General y Coronel, dan cuenta frente al Senado; sus gestos y palabras parecen calculados, poco naturales. Es la blasfemia de la intervención militar como única alternativa posible al fracaso democrático. El presidente de los Estados Unidos parece un hombre perdido, acogotado por la falta de confianza del pueblo; el médico no ve claro el estado de su salud. Los militares, regios, seguros de sí mismos, comparten una camaradería que les convierte en hombres que saben cómo actuar, de manera precisa, en el momento preciso. Llegado el momento, John Frankenheimer vira por completo las insinuaciones y las transforma en certezas: el General pretende hacerse con el poder usando, si fuese necesario, la fuerza, y basándose en la debilidad presidencial para afrontar lo que él considera un inminente ataque del bloque soviético. Y no logro imaginar, en la actualidad, un manifiesto pacifista más inteligente y sutil; con los galones del thriller político-militar clásico, Frankenheimer pone a todo un país frente a sí mismo, al miedo que lo atenazó (quizá aún sea así) y justificó algunos de los actos más reprobables y repugnantes del Siglo XX. Y el guion de Rod Serling es muy bueno, y el crescendo atrapa al espectador poco a poco, con suavidad. Y luego está el monumental elenco, brutal, con un protagonismo absolutamente repartido entre algunos nombres que puede que les suenen: Kirk Douglas, encarnando a un militar obligado a enfrentarse a su propia conciencia; Burt Lancaster, en uno de sus mejores papeles, capaz de transmitir una fiereza contenida casi sin inmutarse; Fredric March, como un muy creíble y nada caricaturesco presidente; el gran Edmond O'Brien, con un papel hecho a su medida (un senador con serios problemas con la bebida) y que le valió una nominación a los oscar; e incluso una Ava Gardner ya en su declive físico, pero que tiene una escena memorable junto a Douglas.
Ya no se hacen películas así, y, presos como estamos de nuestra propia tontuna existencial, bien haríamos en cruzar los dedos... y no por los rusos...
Magistral.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Peliculón y coincido con lo que apuntas. La de la entrada de abajo no la he visto. Por aquí tengo el disco (a ver si me animo).
Se te ha olvidado decir que lo de la guardia civil queda bien, pero luego sacan a un mexicano en burra por ahí y vaya! pequeño error de ambientación (jaja)... Pero bueno, que la película es estupenda.
Jajaja!!!... No me había fijado, la verdad. Pero es verdad, sale un guardia civil con tricornio y los españoles llevan boina... ¡De toda la vida de dios, hombre!...
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