viernes, 20 de septiembre de 2013
¿Puedes creerlo?
Llevo ya algún tiempo advirtiendo acerca de J. T. Petty, un cineasta centrado en el cine de terror y que no ha cesado desde su debut, hace más de una década, de indagar sobre nuevas formas de asustar y al mismo tiempo hacer pensar al espectador sobre lo que ve en una pantalla. Si ya SOFT FOR DIGGING nos presentaba un joven cineasta en ciernes con la capacidad de encontrar imágenes subyugantes y primarias, lo cierto es que su resbalón con la franquicia MIMIC y su poco comprendido western de ciencia ficción, THE BURROWERS, hacían presagiar una preocupante deriva. Pero en mitad de todo ello sobresale una curiosa e inclasificable película, un nuevo intento por fusionar ficción y realidad en el camino de un catálogo de inquietudes formales. S&MAN (nótese el juego de palabras para formar sandman, que viene a ser "el coco" en la cultura anglosajona) nos introduce en el misterioso mundo de las películas snuff, pero con un punto de vista francamente original. Petty muestra imágenes de un festival real de cine extremo, donde unos personajes bastante siniestros presentan y promocionan ellos mismos sus "obras", la mayoría grabaciones caseras sin guion y consistentes en representaciones más o menos veraces de violencia, degradación física y muerte; nada que no hayamos visto, excepto que su amateurismo convencido las emparenta más con el porno menos elaborado que con el cine convencional. Al mismo tiempo, escucharemos la opinión de psicólogos, periodistas y escritores sobre un fenómeno que, no por oculto, habría que obviar, ya que la existencia de películas snuff reales implicaría problemas mucho más profundos. Mejor ideada que rodada (y es justo reconocerlo), S&MANse conjuga como un compendio, una especie de puzzle mediante el que el espectador establezca parámetros y, lo que es mejor, se atreva a que éstos sean derribados, algo a lo que contribuye decisivamente la intervención, un poco a salto de mata, de un inquietante personaje, un tipo con aspecto bonachón que presenta en el festival una serie de grabaciones extrañísimas, consistentes en un insidioso acoso a mujeres cámara en mano, pero que (y aquí entraría la parte desestabilizadora) posiblemente encubra algo mucho más oscuro. Lo más interesante es esa jugosa confrontación ficción/realidad, en la que uno se mueve por aguas pantanosas; lo peor es que, en sí, también se nota que es un film rodado con cuatro duros y algunas urgencias que le restan parte de su inquietante atmósfera. Aun así, es lo mejor que ha rodado Petty con mucha diferencia.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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