lunes, 19 de abril de 2010

Tinta y media

A veces ocurre que, con el ajetreo, las incompatibilidades y demás, nos encontramos con que hemos visto un montón de cine al que nos cuesta una enormidad dar sentido y curso, no digamos ya el poner en pie una crítica más o menos coherente.
Hace ya un tiempo vi una extraña película alemana llamada TEARS OF KALI, un subproducto aparentemente convulso y novedoso, y que no pasaba de ser un telefilm un poco macabro, con efectos de saldo, un guión tan pretencioso como ingenuo y lo que a mí me cansa cada vez más del cine alemán más reciente: la chulería, bastante risible, de "a ver quién la dice más gorda".
Aquí, y tampoco es que tenga mayor relevancia, hay una serie de dieciochescas advertencias sobre lo malitas que son las sectas religiosas, que te abducen y hacen lo que quieren contigo. A través de tres o cuatro episodios (no me acuerdo, lo juro), hay una especie de mamoneo pseudosatánico, donde hay tipos que te manipulan a su antojo y te convierten en pelele sin pasar por una ETT... El problema de todo esto es que lo único que vemos es esto, así que no hay intención alguna, ni doble ni simple, ni tampoco se usa un argumento de cierta ambigüedad que dote al raquítico relato de algo de entidad; el mal rollo viene dado por la hemoglobina y las caras de susto, pero esas son cosas que a estas alturas deberían ir acompañadas con un mínimo discurso, porque se corre el riesgo de caer en el cajón más irrelevante del dvdstore y quedar allí para siempre.
Así pues, acabo esta insustancial reseña advirtiéndoles de que su bolsillo corre peligro de ser atracado una vez más... ¡pero no lo permitiremos mientras quede un gramo de sentido común!
Saludines...

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!