Pocos años después de la conmoción del film de Kurosawa, Hollywood, como no podía ser menos, quiso hacer su propia versión de una historia tan potente. Los cambios, en apariencia, fueron muchos, y la cinta de John Sturges, sin llegar al excelso nivel de su predecesora, logra abrir interesantes caminos en un género que empezaba a mostrar síntomas de agotamiento.
THE MAGNIFICENT SEVEN es el ejemplo perfecto para definir el cine de aventuras norteamericano; arquetipos bien situados a uno y otro lado, menor peso psicológico en favor de un mayor dinamismo y un sentido del humor más familiar, menos siniestro que el japonés; amén del significativo recorte en el metraje, por motivos obviamente comerciales. Aquí, Yul Brynner retoma el papel de Takashi Shimura, dotándolo de su particular y pétreo estilo; Steve McQueen solventa su rol secundario con garantías; y el resto no les va a la zaga, destacando el interesante Robert Vaughn, Eli Wallach, James Coburn, Charles Bronson y Horst Buchholz, que consigue algo muy difícil, que nos olvidemos de aquel deslenguado bufón que era Toshiro Mifune, convirtiéndolo en una obstinada y desafiante versión de Jimmy Dean.
La película mantiene las constantes del segmento más aventurero de su hermana mayor y conserva intacto su interés mientras los personajes van siendo presentados; el problema es que esto termina siendo un lastre, encasillando a cada personaje en su rol, perfectamente definido e inamovible. Así, amén de los ya mencionados, Coburn aparece siempre hierático, mientras que Bronson es el pistolero que hace migas con los niños del pueblo o McQueen es el ligón madurito... Ahora bien, si lo que quieren son dos horas de acción y aventuras justicieras, con un montón de rostros conocidos y la excepcional partitura de Elmer Bernstein, ésta es una gran película para ello. Luego se rodaron tres o cuatro secuelas... pero ésa es otra historia...
Saludos cuatreros.
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