El otro día vi UN PROPHÈTE, la mastodóntica película con la que Francia entraba este año a concurso en los oscar. Primera conclusión: me alegro aún más de que haya ganado Campanella. El film de Jacques Audiard es un denso (creo que "denso" es la palabra adecuada) retrato humano; denso y tozudo, sin preguntarse casi nada, y eso es algo que se agradece algunas veces, aquí no. Segunda conclusión: Lo que puedas contar en setenta y cinco minutos no lo alargues hasta ciento cincuenta.
Audiard consigue un gran tono en la primera mitad y termina por enredarlo todo y creerse el rey del mambo; y lo que vuela alto con la terrorífica entrada en prisión de Malik, que nos creemos de pies juntillas, sin maniqueos efectos de guión, cae en picado cuando Malik (eso sí, tremendo trabajo de Tahar Rahim), es ya lo único que vemos (y diferenciamos) entre un montón de personajes insustanciales, que van apareciendo por doquier pero sin que sepamos muy bien cuál es su cometido. Tercera conclusión: sólo Bergman puede hacer películas sin sentido del humor que funcionen.
UN PROPHÈTE es un film extraño, absorbente, arriesgado y lunar, que se mueve con su propio ritmo y que exige un plus de atención al espectador para no perder de vista el tono inmisericorde con el que Malik descubre que la cárcel es la selva (matar o morir) y la servidumbre callada, paciente y abnegada, a caballo entre los que le manipulan y los que le odian por aceptar la manipulación, aunque sea la única forma de seguir vivo en un medio hostil. No dudo que Audiard haya vaciado sus mejores intenciones en esta película, que suponga un punto y aparte en su ecléctica carrera y que dentro de unos años se vuelva a reivindicar como un cruce bastardo y necesario entre América y Europa, un trasvase de emociones que, sin embargo, suele funcionar mejor a nivel literario que fílmico. Cuarta y última conclusión: si el Atleti sigue en UEFA... ¡¿CUÁNDO COÑO VAMOS A JUGAR LA FINAL DE LA COPA?!... Perdón...
Saludos aprofetados.
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