La química es algo que se da algunas veces en una pantalla y que no tiene por qué estar relacionado directamente con calidades artísticas. No es el caso, no el caso de Jack Lemmon y Walter Matthau, que lograban en pantalla el más difícil todavía: una naturalidad incontestable, como si realmente se conocieran de toda la vida. Esto tuvo su culmen en THE ODD COUPLE, que fue un verdadero fenómeno en su tiempo (1968), consagrando definitivamente a estos dos actorazos y formando un icono que ha subsistido hasta nuestros días y que entierra sus raíces en propuestas actuales como Larry David, Seinfeld, que es lo mismo que referirnos a una comedia amarga, desencantada y poco amistosa; una comedia del fracaso que puede congelar la sonrisa.
Aquí, Lemmon es un tipo meticuloso y ordenado hasta la náusea, mientras que Matthau encarna al típico hombre despreocupado, desaliñado y sin muchos remilgos en su vida social. Ambos deciden compartir apartamento tras comprobar que han de afrontar su divorcio respectivo.
Lo cierto es que THE ODD COUPLE, quizá por culpa de un director, Gene Saks, no tan dotado como cabría esperar, parece estar siempre a punto de caer víctima de la comedia tradicional, incluso del slapstick; afortunadamente, el excelente texto teatral de Neil Simon pone al descubierto el poso amargo y patético de unos pobres diablos que se escudan en sus vicios y manías para poder levantarse al día siguiente. Y como si de una puesta al día de su personaje "wilderiano" se tratase, Lemmon decide que no merece la pena vivir y anuncia su suicidio como la cosa más normal del mundo; es en ese extraño impass cuando entra inesperadamente el drama social y deja con un palmo de narices a los que sólo querían pasar un rato agradable con un par de cómicos que resultan ser más extraños aún de lo que esperaban, aunque lo que les pasa en esta película sin género nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros, mañana mismo...
Saludos extraños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario