Sobre EL TREN DE LA BRUJA, el celebérrimo cortometraje ideado por Nacho Vigalondo y dirigido por el televisivo Koldo Serra en 2003, sacamos un par de conclusiones complementarias aunque contrapuestas. Por un lado, que menos es más, estructurando un ingenioso preámbulo en un espacio único, casi con un solo actor en pantalla y basando la creciente inquietud en la oscuridad que lo rodea. Por contra, se hace patente qué difícil es tener una idea que brille por su originalidad, porque todo se va volviendo más previsible a medida que avanzan sus 18 minutos, en los que Manolo Solo se ofrece a un experimento muy bien remunerado, mientras la voz de Héctor Alterio le va indicando qué podría encontrarse en la silla de la que no debe levantarse por ningún motivo. Lo dicho, una idea de partida estupenda, porque te abre un inmenso abanico de posibilidades si realmente tiene un remate demoledor; desgraciadamente, y pese a que la duración me parece adecuada, el corto se queda a medias de lo que promete, y como su título indica, caretas de goma, escobazos y un señor de Tudela intentando ganarse la vida en una feria de pueblo... Vaya, ahí hay una historia...
Saludos.
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