Se hacía imprescindible traer aquí un film inexplicablemente pospuesto por mi parte, lo que me ha servido para enlazarlo, aunque no tengo muy claro si para encarrilar una especie de monográfico, habida cuenta la sensible diferencia entre las secuelas, y que al menos ha encontrado digna respuesta en la precuela recientemente estrenada. THE OMEN ha pasado a la historia como una de las cumbres del cine de terror, y más por el original planteamiento de ese mal que simplemente parece "flotar en el ambiente", pero creando una atmósfera que coloquialmente llamaríamos malrollera, cuando la mayor parte de su metraje ascendería al de cualquier historia de suspense. Hay pilares fundamentales, como el lujoso reparto, nada menos que con Gregory Peck, Lee Remick o David Warner, dando cartas de solemnidad desde la experiencia. La mítica e inconfundible partitura de Jerry Goldsmith, que me encanta pero no escucharía con las luces apagadas. El niño, maldita sea, y valga el fotograma que encabeza esta reseña. Pero sobre todo destacaría la brillante dirección de Richard Donner, en mi opinión uno de esos grandes olvidados a la hora de ser citado en listas de jerarquía, pero que aquí despliega un oficio inmenso, engarzando con sabiduría el guion de David Seltzer, igualmente prodigioso, pero que en otras manos habría bordeado el ridículo más maniqueo.
Un clásico intemporal, que luego ha sido saqueado (otros dirán inspirado) sin piedad, y una de las diez mejores películas de terror de los últimos cincuenta años, sin duda.
Saludos.
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