viernes, 21 de diciembre de 2018

Poesía o ensimismamiento



Lo dijimos. A un director que aún se está haciendo, lo peor que le puede pasar es que se lo crea antes de tiempo. Jeremy Saulnier ha demostrado con creces que es un cineasta poderoso, poseedor de un discurso propio y con un campo amplísimo por delante para ser una referencia imprescindible en los próximos años. HOLD THE DARK es, hasta el momento, su primer tropiezo, y lo es consigo mismo, o quizá con un guionista, su habitual Macon Blair, que parece incapaz de trasladar a la pantalla el verdadero espíritu de la novela original de William Giraldi. La historia, a medio camino de todo lo que propone, arranca admirablemente, con un experto en lobos que recibe la llamada desesperada de una mujer, en un remoto poblado de Alaska, cuyo hijo ha desaparecido, supuestamente, a manos de una manada de estos animales, que llevaban tiempo merodeando. Tras esta apertura, fantásticamente tenebrosa, el relato se dispersa incomprensiblemente hacia varios terrenos, sin que termine por adaptarse a ninguno en particular. Tenemos la figura del hombre que viene a dar caza a los lobos, pero que descubre un terrible secreto tras el escabroso suceso (un Jeffrey Wright que es, con mucho, lo mejor del film); la mujer, que desaparece misteriosamente al regreso del cazador; El marido, que llega tras servir como soldado en Oriente Medio; y el sheriff, que intenta esclarecer de una vez por todas qué está pasando exactamente. Lo que se propone Saulnier es difícil, un relato físico y etéreo a la vez, con todos los componentes del western clásico, pero salpicado de una baja frecuencia esotérica que, una vez acabada, no le sienta del todo bien. Hay varias situaciones de una inconexión alarmante, como si en lugar de elipsis estuviéramos ante un montaje cercenado por un ignorante del ritmo. Esto es letal para un narrador profundamente secuencial como Saulnier, al que se le nota que necesita tocar tierra constantemente y no perder de vista sus puntos de apoyo. Sin decidirse por tirar hacia el cuento de horror, el haiku trascendente o el thriller puramente físico, lo que queda es una historia infinitamente menos profunda de lo que está empeñada en parecer, y que nunca llega a la incontestable brutalidad de los dos anteriores títulos de su autor. Está más bellamente rodada y se permite menos licencias, pero a lo mejor resulta que Jeremy Saulnier no es este tipo de director, quién sabe. En mi opinión es un tropiezo, pero sigo manteniendo la fe en este señor.
Saludos.

2 comentarios:

Tarquin Winot dijo...

Coincido plenamente. Un traspies perdonable teniendo en cuenta que las atmósferas y los encuadres siguen ahí. Me quedo con el arranque, el tiroteo y, poco más, la verdad.

dvd dijo...

Los primeros veinte minutos son muy superiores al resto, con diferencia. El tiroteo está muy bien rodado, pero es un poco largo y tampoco aporta nada extraordinario, por lo que se lo podían haber ahorrado sin problemas. El final, sin querer desvelarlo, me pareció un poco ridículo, gratuitamente anticlimático. No sé, es una película extrañamente rodada, que tendrá su fanáticos, pero creo que Saulnier puede hacerlo mejor...
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!