jueves, 19 de abril de 2018

Hijos del agobio y del dolor



Son 10 años. Una década dándole a las teclas cuasi anónimamente, escudado bajo toneladas de horas cinéfilas y apelando a una suicida premisa, que casi hemos rozado. Una entrada por día, una película por día. Evidentemente es imposible, pero aquí estamos, quizá resistiendo, a lo mejor languideciendo sin saberlo, como un pez que no comprende por qué le cuesta respirar fuera del agua. Es posible que el tiempo de los blogs haya pasado, pero, hasta donde yo sé, no ha pasado el tiempo de ver cine, ni el de escribir. Ni siquiera el de escribir sobre cine. Y muchísimo menos ha pasado el tiempo de la pasión, sobre todo ahora que somos controlados y dominados por impotentes con complejo de castrador, toda una gloria. La pasión es lo que nos mueve, y hay pocas películas más apasionadas que THE GODFATHER, que todavía, increíblemente, no había aparecido por aquí, tras casi 4.000 películas comentadas; que quizá, inconscientemente, había pospuesto sin saber muy bien por qué, pero que he visto como motivo perfecto el incluirla en esta pequeña, íntima celebración. Y es curioso, porque acabo de verla (creo que debe ser la tercera o cuarta vez) y ahora no sé qué decir al respecto. Bueno, se me ocurre decir que es una obra maestra absoluta, aunque esté muy trillado, y que aun así, Coppola logró el más difícil todavía, que es superarla. Aunque una cosa sí es verdad, aquí estaba Marlon Brando, cuyo inmortal Vito Corleone es un regalo para cualquier amante del cine, mientras Pacino es sabiamente eliminado por Coppola de cualquier confrontación con el coloso, excepto una pequeña escena casi al final. Está la música de Nino Rota, inolvidable, reconocible incluso por los que nunca han amado el cine. Esa secuencia de la boda, como tiempo suspendido o la consecuencia magistral de la distancia adquirida por el director sobre lo que filma, convirtiéndose en un espectador más, solo que con la capacidad de tomar decisiones. Hablamos del cine hecho arte, o el arte transmutándose en otra cosa, en historia viva, incluso con un escritor corrigiendo y aumentando su propia obra literaria, que empequeñece frente al guion.
Son tantas cosas, tantas, y no caben todas, porque nos alargaríamos, y aquí nos gusta ser breves, siempre nos ha gustado, así que detenemos aquí este inapreciable gustazo, con tarta stoniana incluida, contodos ustedes, amigos, cinéfilos, o simplemente curiosos que un día pasaron por aquí. Mañana, El Indéfilo cumple 10 años... con otra película, por supuesto...
Va por ustedes, que para eso estamos en Feria.
Saludos.

5 comentarios:

Jimmy FDZ dijo...

Pues felicitaciones, y con qué película ¿eh? De cuando los directores podían hacer algo de tres horas y lanzarse al vacío sin que nadie pudiera poner el grito en el cielo.
En efecto, viendo películas como éstas a uno se le enciende la sangre (y eso que no la he visto en años, pero a veces saciando la necesidad con alguna escena suelta por YouTube, aún así se nota tremenda calidad).
Saludos y gran blog (estoy seguro que hasta el omnisciente Mark Zuckerberg puede dar fe de ello).

ricard dijo...

Enhorabuena. Estoy de acuerdo contigo, la pasión no ha pasado de moda pese a la mediocridad imperante. Sólo puedo añadir que he pasado muy buenos momentos leyendo tus imaginativas y sabias reseñas y que confío en poder seguir haciéndolo otros diez años; y si ésto no fuera posible, nada podrá borrar el pasado y "El padrino" continuará siendo una obra maestra.

Saludos.

dvd dijo...

Están haciendo ustedes que se me salten las lágrimas... Snifff!!
Muchas gracias, de verdad.

Mister Lombreeze dijo...

Felicidades maestro.
Ese pez que decidió salir a mal respirar en el fango fue el comienzo de nuestra existencia en este planeta.
Con películas como ésta, todo lo que se puede decir es "no sé qué decir, obra maestra". Y listo.
Soy súper fan de Enzo, the Baker. Y de toda la escena del hospital.

dvd dijo...

Gracias, pero lo de maestro me queda grande. Aprendiz perpetuo, más bien.
Yo creo que no me había puesto con ellas por eso mismo, porque cualquier calificativo no les haría justicia, pero luego me di cuenta de que había algo que celebrar y dije "¡Qué demonios!". Esta es una película maravillosa, repleta deiinventiva, con un montón de escenas que luego han copiado otros directores menos dotados. La que usted comenta, por ejemplo, que le pregunten a un tal James Cameron...
Un saludo, maño.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!