Una pequeña gran conmoción en su momento (1999), RUNNING OUT OF TIME fue como el despertar internacional a un excelente director hongkonés, Johnnie To, capaz de influir directamente en cineastas occidentales al mismo tiempo que la crítica indicaba su particular estilo, que sin imitar a nadie proponía nuevas relecturas del cine de género. Si lo tomamos desganadamente, este film no es más que otro en esa larga lista compuesta por el inacabable enfrentamiento entre dos cerebros privilegiados, uno dedicado al crimen y otro al cumplimiento de la ley ¿Qué podría hacerla especial? Primero su desparpajo a la hora de enseñar sus cartas. Al colocar al inspector San en un camino paralelo y poco convergente con su enemigo, la libertad de acción se dispara y se nos hace cómplices de "lo que el otro no sabe", en un excitante juego del gato y el ratón. Wah es un distinguido ladrón, capaz de robar cualquier cosa y que, con una enfermedad terminal, decide retar a San a que le atrape antes de que robe un valioso diamante, con el añadido de que tiene la desfachatez de indicarle incluso qué día y a qué hora cometerá el robo. To parece beber en las series de Fantomas o Arsenio Lupin, donde la diversión casi siempre provenía por la parte criminal, al ser éste un ser no tan monstruoso, aunque conservando cierta altivez que lo distancia de una humanidad que no le cae tan bien y de la que extrae sus motivaciones para delinquir. Con un ritmo frenético in crescendo, Johnnie To emula a su antihéroe y nos deja en el punto exacto, antes de la (falsa) resolución y sólo para que un espectador sabelotodo se diga a sí mismo con media sonrisilla: "Pues no que me la ha dado el chino éste..."
Por cierto, a Andy Lau sí que me lo creo.
Saludos.
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