jueves, 24 de noviembre de 2011

Más que una bandera #3



Krzysztof Kieslowski puso con TROIS COULEURS: ROUGE el punto final a la "trilogía de los colores" e, inesperadamente, el epílogo a toda su filmografía, truncada por su repentina muerte. Y, francamente, pese a no haber podido ver todos los trabajos del director polaco, me sigue pareciendo su cima creativa. ROUGE... es una película única en su especie, no logro darle una etiqueta apropiada, y precisamente ahí reside su mayor valor, en su poder no de seducción, sino de hipnotismo. Casi como si de un juego de serpientes y escaleras se tratara, Kieslowski nos introduce en la vida de Valentina, una modelo fotográfica, con un elaborado e ingenioso juego de espejos que funciona admirablemente en una sucesión de conversaciones de teléfono aparentemente insustanciales e inocentes vistazos por la ventana a los actos ajenos. No sabemos qué diablos pretende Kieslowski, no hay drama ni tensión, y además la frivolidad asoma tras el día a día de lo que nos es presentado como una  "chica bien". Sin solución de continuidad, Valentina atropella a un perro y lee la dirección del dueño en el collar; todo dará un vuelco. Es el azar en su máxima expresión, pero también algo que no suele verse en una pantalla: cómo afectan las circunstancias a los personajes según éstos nos han sido definidos anteriormente. Jean-Louis Trintignant elabora una actuación memorable casi sin inmutarse, que es por lo que esta obra maestra será recordada para siempre. El dueño del perro es un siniestro juez retirado que parece haberse abandonado a sí mismo en una autodestructiva posición nihilista; solo, su única ocupación consiste en espiar a sus vecinos interviniendo sus teléfonos, una ocupación tan repugnante como esclarecedora. Valentina se verá atrapada en el agujero negro y nada será igual para ninguno de los dos a partir de entonces. Lo que me sigue maravillando de esta película es la suavidad con la que concilia ángulos de vista tan radicalmente contrapuestos, un ejercicio de madurez narrativa que me parece ejemplar en el cine del último siglo XX; por supuesto, se eleva por encima de las otras dos, y como hermoso colofón, se permite incluso mostrar, ya al final, a los protagonistas de las otras dos partes. Véanla, es una maravilla.
Saludos rojos.

2 comentarios:

Pierrot dijo...

Todo el mundo tiene una historia, secretos... Eso de indagar más allá de la superficie me parece como la esencia de las buenas historias, y qué más superficial que la imagen, que es a lo que se dedica ella, y que nos pone Kieslowski en abundancia, con su cara en carteles gigantes. Todavía la tengo en VHS grabada de la 2.

dvd dijo...

Sí, es revelarte sutilmente la diferencia insalvable entre lo público y lo privado, y no se sabe si ella se infecta del terrorífico pesimismo de él o finalmente hay un rayo de humanidad en el juez gracias a ella... Yo la volví a ver hace un par de meses y volvió a impresionarme pero mucho mucho...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!