lunes, 7 de noviembre de 2011

Los estragos del tiempo



De vez en cuando nos topamos con títulos curiosos que revelan las pasiones secretas de directores que creíamos enganchados en géneros opuestos; tal es el caso del maestro del melodrama, Douglas Sirk, que se saltó su hiperestilización emocional en varias ocasiones a lo largo de su amplia carrera (de traca fueron sus frikadas incursiones en el western con TAZA, SON OF COCHISE y la aventura histórica con SIGN OF THE PAGAN). Y uno de estos "caprichos" fue LURED, un deslavazado batiburrillo pseudo-hitchcockiano ambientado en un oscuro Londres y con una omnipresente Lucille Ball dando réplica a un George Sanders más comedido que de costumbre. Una película engañosa, decididamente comercial (comercial de 1947, digo) y que demuestra a las claras cómo esto de los géneros siempre tuvo tantos maestros como aficionados. LURED trata acerca de un asesino de jovencitas que las atrae a base de escribirles bellos poemas, todos inspirados en Baudelaire; Ball interpreta a una bailarina que se verá inmersa en tan oscuro trajín y que, con una rapidez casi risible, se convierte en ayudante de Scotland Yard, con carnet y todo. No tengan en cuenta el reclamo del cartel, Boris Karloff (ya en franca decadencia) sólo sale unos minutos y en un papel intrascendente, una especie de "pista falsa" de las muchas que el guion ofrece para desespero del espectador. Los actores están bien, todos son nombres más que solventes, pero en otras manos habría cuajado un excelente film de intriga; en cambio, pareciera que Sirk tuviese un poco de reparo en alejarse de sus propias constantes en beneficio de la trama criminal. Un chiste precede a una pelea, todo en mitad de una visita a la morgue mientras Sanders intenta beneficiarse a la Ball porque para eso es un vividor (por cierto, me encantó lo bien visto que estaba en aquella época no pegarle un palo al agua...). Total, que si la ven en un ciclo del maestro Sirk sepan que es de las de perfil bajo, aunque para pasar un rato entretenido sin más también nos vale.
Saludos en rima blanca.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!