Bueno, indéfilos, calor y calor, no queda otra. Mientras voy pensando el próximo monográfico y auspiciado por la estupefacción de la última entrada, hoy hablaré de la otra cara de la moneda; aunque estoy seguro de que Medem está convencido de que es un autor independiente y hasta arriesgado.
Esto es otra cosa; aplaudida en Cannes hace un par de años y ninguneada en nuestro país, la ópera prima de Pedro Aguilera es el (otro) ejemplo perfecto para asentar algunas bases para entender qué está pasando aquí.
LA INFLUENCIA es un salto al vacío en todos los sentidos. Tomando elementos del mejor Haneke, del maestro Bresson y dando su propia versión del cine según Rosales, Aguilera disecciona casi sin palabras la caída de una mujer, una mujer cualquiera un día cualquiera, a un pozo sin fondo. Muy poco a poco, como el que no quiere la cosa, se nos muestra un fuerte proceso depresivo. En largos y estáticos planos, esta mujer abre su tienda de cosméticos donde prácticamente no entra nadie; fuma sin parar, toma pastillas. En su casa, donde vive con su hija adolescente y otro de unos cinco años, también se habla poco; hay cenas frugales y desatendidas, un oscuro tedio parece dominarlo todo. Una mañana, la mujer recibe un ultimátum: lleva varios meses sin pagar el alquiler de la tienda y será desalojada. A partir de ahí todo cae. La mujer evita ir a la tienda, consume pastillas sin parar, gasta el dinero en regalos inútiles, sus hijos deben abandonar el colegio de pago, se acuesta con desconocidos... hasta que silenciosamente va apagándose, un día ya no se levanta.
Se produce la anarquía, los niños se dedican a pintar en las paredes, comen chucherías mientras la madre continúa en cama hasta un desenlace opaco y de múltiples interpretaciones, quizá lo más controvertido de este film casi autista.
Pasó desapercibido, nadie conoce a Pedro Aguilera, ni sabe que el director mexicano Carlos Reygadas produjo LA INFLUENCIA de forma kamikaze e incluso accedió a la petición de Aguilera de usar gente sin experiencia dramática y localizarla en Arganda del Rey. Como dije, en Cannes no pasó desapercibida, al igual que ocurriera un año después con Rosales y Serra; dato significativo, porque ¿tenemos aquí un festival que esté a esa altura? La señora Sinde podía pronunciarse... para variar, vamos.
Saludos sin influencias.
5 comentarios:
Hola Sr.Vázquez, apunto la peli en mi cuaderno de dos rayas esperando la ocasión para verla. De Reygadas he visto sus tres películas y me han interesado sin llegar al entusiasmo. He visto hace poco la primera de Rosales y es un peliculón, me recuerda por supuesto a Henry de McNaugthon, a Haneke y otros. Recuerdos para Charly Bang Bang, está perdido el interfecto, tú también. Yo acabo de llegar de Acapulco.
Perdone, forastero, pero yo siempre estuve aquí, así que el perdido será usted. Se ha perdido, entre otras cosas, dos monográficos de lo más suculentos. Y me niego a llamar a Carlinhos "interfecto", que se me mosquea...
Quería decir perdidos para la causa del Trini a las 3 de la madrugá, en una esquina cualquiera, alcohol y cine en las venas.( y humito ). Me ha gustado lo de forastero, siempre lo soy, en donde quiera que esté, no me hallo en ningún lado, no soy de ninguna parte, me voy al Planeta Leyre!.
Esto de la mujer muerta y los niños por ahí me ha recordado a "Tideland" de Gilliam, y leyendo la primera parte me ha venido a la cabeza "4 días, 3 semanas, ....". Creo que esta película me gustaría, voy a ver si la encuentro.
DVD, me encanta que seas seguidor del buen cine patrio, estoy harto de leer por ahí descerebradas opiniones en contra del cine español de gente que dudo que haya visto en su vida una película española (aunque haya demasiada morralla, que la hay).
Saludos!
Yo no tengo nada en contra del cine español, nada. Aparte de que aquí apenas existe un mínimo de verdaderos cinéfilos, es que somos cabezotas, ingenuos y muy indolentes. Me parto de risa cuando veo esas producciones patéticas que intentan imitar el modelo americano, pero igual me descojono (hasta más) con esa pléyade de estudiantes de cine que quieren hacer de Antonioni o Bergman con Coque Malla, Verónica Sánchez, Jorge Sanz, Caye G. Cuervo y otros "monstruos" de la pantalla. Habría que mirar muy mucho cuánto se despilfarra en subvenciones en títulos de los que nadie se acuerda. El camino lo están marcando unos pocos directores que de verdad arriesgan, y aplaudí el Goya de Rosales, que puede ser controvertido pero es un paso adelante. Los franceses tienen la clave ¿por qué no les copiamos? No pasa nada, nadie ha inventado nada, pero ellos hacen mejores películas que nosotros y sólo se fijan en tres o cuatro para sus festivales... ¿Por qué Almodóvar no se come nada en Cannes?... Ahí está el asunto...
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