Es así. Antes está la película, evidentemente; esto que hacemos tiene menos importancia. La suya, pero menos. Aun así, a veces, es un placer.
Hoy doy cuenta aquí de una cinta de esas que, por encima de cualquier otra consideración, deben hacerse. THERE WILL BE BLOOD es necesaria, y más aún ahora mismo; y es única en su especie, un leviatán que no hubiese tenido sentido hace cincuenta años, sólo a lo mejor un Griffith... Confieso que Paul Thomas Anderson no es un cineasta que me fascine, es demasiado bueno y metódico para ello; ahora bien, esta película es más que una cima, es un microcosmos autosuficiente al que no le hace falta mirar a otros autores (hablemos sin pudor de autoría; Anderson no es Wyler), aunque si me tuviese que mojar diría que Ford, de momento, es intocable, yo miraría a otro lado, a Kubrick. E intentaré explicarlo.
Los primeros minutos de THERE... son pura fascinación por el cine mudo, apenas unos cuantos ruidos; hombres trabajando en silencio, contra la roca, a vida o muerte. Fascinante. Luego hay un transitar de más de dos horas muy complicado de mantener en pie; la película flojea, es inevitable, Anderson se la juega en cada fotograma. Daniel Day-Lewis es el único Daniel Plainview posible y probable; te irritará, te engañará, te hará amarlo con lujuria y odiarlo con auténtico asco; Plainview es América. América. Sabes que si no hubiese sido de esta forma los amos del mundo serían otros; e insisto: es algo que repele y atrae a partes iguales. THERE... es la verdadera película "anti-Obama", no juega en la liga del nuevo y popular presidente, ni siquiera necesita oponerse a él, su rotundidad habla por sí sola. Quizá Day-Lewis sea demasiado grande y su sombra no permita desarrollarse a otros personajes, sobre todo a ese improbable predicador interpretado por el joven Paul Dano, pero también al excelso Ciaran Hinds, aquí inédito. Pero sigue dando igual, hablábamos de Kubrick; la escena final es una trampa mortal, lo mejor que he visto en décadas. Esa escena final, donde todo está metronomizado, es inesperada en su exactitud, un juego que pone a prueba la capacidad cinéfila del espectador ¡Es Kubrick, dios mío! Muy poco podría yo añadir desde aquí, sólo que habrá que evaluar su influencia de aquí a algunos años, quizá hasta el próximo trabajo de su director.
Si ya están hartos de mediocridad, aquí hay una obra que no les dejará indiferentes; es barroca, es insoportable..., es genial.
Saludos desde el pozo.
3 comentarios:
Absolutamente genial. Y lo dice uno al que "Magnolia" aburrió y sonó forzadamente profunda que, además, tenía como último recuerdo interpretativo la sobrada, excesiva y molesta actuación de Daniel Day Lewis en "Gangs of NY".
Pero ese arranque. Luego oímos a Brahms a Part. Esa fotografía...
Divina. Merecidísimo Oscar para el protagonista que está maravillosamente histriónico.
Esta película es fascinante.
No sentía nada parecido desde los Days of Heaven de Mallick.
I´m finished.
Aqui mi comentario
Aunque imperfecta, también me parece cine con mayúsculas, y su valentía y ese final pagan por los excesos de su metraje. Si señor.
Saludos!
Uy nunca sabía si verla o no. No sé porqué, ahora me has hecho decidirme!.
Me encantó conocer tu blog, pasaré más seguido!.
Saludos.
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