viernes, 5 de junio de 2009

Lugares no comunes

1974. Yo nací en 1974. No recuerdo nada de 1974. Nada de Franco, aunque sigo viendo su fantasma en algunos sitios, en algunas personas. En 1974, quedaba muy poco para que el régimen cayera, pero quién iba a saberlo...
Primeras secuencias: un chaval bien parecido, jovial, asiste a reuniones clandestinas de un grupo anarquista en el que se conspira de forma no poco ingenua, se destapan filias y fobias, se conoce a los primeros amores... La forma de la aventura antes de que la magia se acabe.
SALVADOR es una película que empieza a transcurrir así, en sitios y modos perversamente familiares, porque el asunto descrito está más sobado que el monedero de una abuela. Sin embargo, existe un punto de ruptura en el que el material filmado deja de ser televisivo e ingresa poderosamente en el cine con mayúsculas. Me refiero (para los que la hayan visto) a la excelente y cruda escena de la detención de Salvador Puig Antich a manos de unos policías cercanos a un perro de presa. A partir de ahí, SALVADOR es una de las películas españolas más importantes de los últimos tiempos. Se narra el ingreso en prisión, el timorato acercamiento al agente de prisiones que debe vigilarlo, la paulatina transformación de éste, cada vez más asqueado con el putrefacto sistema de coacción. Todo ello magníficamente interpretado por unos actores que huyen del gesto gratuito (Daniel Brühl inmenso, Tristán Ulloa y Sbaraglia irreconocibles) y con un notable dominio del "tiempo" por parte de Manuel Huerga, que ya avisó con ATLÁNTIDA cuales eran las líneas maestras de su cine.
Pero lo mejor estaba por llegar, pues SALVADOR tiene una parte final que es imposible de olvidar, absolutamente insoportable por cuanto el sufrimiento y desesperación desprendidos por el personaje de Daniel Brühl (ojo con este chaval) le aleja de los tópicos de este tipo de escenas y golpea directamente al espectador, que, francamente, no se lo esperaba al principio.
Huerga tardó once años entre una y otra película, y no quiero ponerme pesado, pero me parece más que significativo ¿Para qué carajo sirven las putas subvenciones? ¿Para las comedias costumbristas que no son más que episodios piloto de futuras series de corta vida? ¿Para insustanciales y costosísimas "historietadas" de época que no van a ninguna parte? Entonces estamos todos locos.
Salud, compañeros.

4 comentarios:

Capri c'est fini dijo...

Dios, aún recuerdo como salí del cine de ver Salvador hecho polvo... pero con la sensación de que era una película muy necesaria, no sólo para los que no conocimos la época y las circunstancias del final de la dictadura, sino para el resto de generaciones futuras para que no olviden lo que fue en un momento la moderna y progresista España. Y fuera del punto de vista meramente testimonial, es una película excelentemente narrada, rápida y lenta cuando debe serlo y que no se recrea en los detalles innecesarios. Como tú, creo que es también una de las películas españolas más importantes de los últimos tiempos.

Saludos.

Lebana dijo...

Vaya, pensé que nunca olvidaría esa peli, y al final resulta que sí. Pero ha sido leer su nombre, y uff!! recuerdo muy bien el final, jamás había llorado tanto, parecía que conocía a Salvador de toda la vida. Muy buena película.

dvd dijo...

... sí, esas lagrimillas rodando... sniffffff!!...

Dr. Quatermass dijo...

Si una de las peliculas españolas más importantes de los últimos años, totalmente de acuerdo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!