Hay sólo unas cuantas películas, muy pocas, que hacen, por sí mismas, que el ser humano de a pie pueda entender claramente el verdadero cometido de un arte casi siempre tachado de frívolo.
El cine es arte cuando quiere serlo, un arte aglutinador de las demas artes, un arte total que coloca al espectador frente a sí mismo, sus obsesiones y miserias, sus grandezas y aspiraciones. El problema venía dado ya desde el principio: la taquilla, los presupuestos, los egos encontrados, la impotencia del creador ante las mundanas reclamaciones de productores y público.
Pero nada de eso debe importar si hay un motor rotundo, tal como el desarrollado por F.W. Murnau nada más llegar a ese monstruo de grandes e insaciables tragaderas.
SUNRISE es, ochenta y dos años después, una de esas películas; y si no hubiese existido no sé qué habría sido de la babosa reputación de toda una interminable sucesión de "creadores" cinematográficos que, a mi entender, no han hecho más que copiar y pegar, pues una mente en blanco tiene todo un tapete de posibilidades en este trozo directamente transplantado de la realidad. Ahí está todo: lo tontos que somos, lo débiles que somos, lo solos que estamos... Murnau recrea una historia sencilla para mostrar a Sísifo caer rodando por la ladera de la ciudad prometida, una megalópolis que aterra con sus fauces abiertas; donde terminan los sueños, donde se ahogan las vanidades. El maestro alemán remite directamente a Sófocles, pero quien quiera ver verá; y podrá ver sin problema el infierno en la tierra de Dante, los sentimientos diseccionados de Balzac o la pantanosa iniquidad de Dostoievski. Uno aprende mucho tras ver SUNRISE, pero de lo que más se aprende es de uno mismo y de los demás, de ese peligroso juguete sin libro de instrucciones que es la vida.
Un monumento inmortal a lo más sublime y a lo más bajo, a una maraña entrelazada de instintos y callejones sin salida.
Saludos amanecidos.
3 comentarios:
Es que hace 82 años el cine veía el sol... ahora cada vez parece que está cada vez más en tinieblas.
Es que es un filme de cuando los cineastas usaban su músculo narrativo para levantar pesos enormes.
Ahora el músculo narrativo de los cineastas suele ser ese tan espectacular fabricado a base de horas de gimnasio pero que coge agujetas por sujetar un dedal...
Mira, es uno de los DVD que tengo en lista de espera pero no he podido evitar darle una ojeada por encima y hay una escena como en una feria, algo increíble...
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