sábado, 28 de marzo de 2009

Una peli de espías

Se puede colocar la cámara frente a lo que ocurre; se puede esconder discretamente detrás de lo que ocurre; se puede dotar de libertad de movimientos, sin importar demasiado un centro específico de acción o se puede acomodar uno a una cámara esquiva e incómoda, pero hay que saber muy bien cómo usarla para no caer en la pedantería de falso autor.
No sé si a la gente que vio en su momento LO QUE SÉ DE LOLA le ocurrió lo mismo que a mí, que tenía unas ganas terribles de ir en busca de Javier Rebollo y decirle que estaba desaprovechando una excelente idea de partida. Porque hubiese sido un magnífico filón a explotar en nuestro país, un modelo de cine cercano al francés que no pierde de vista cierta tradición esperpéntica y reconocible. Hay una interpretación memorable de Lola Dueñas, una turbadora historia de soledades absolutas y tres o cuatro escenas antológicas, de las que se quedan en la retina, pero hay un problema de fondo, insalvable por tanto: ¿Qué punto de vista debe elegir el espectador? ¿cuál es la "cámara" que debe elegir? Me gustó LO QUE SÉ DE LOLA, me pareció, como digo, un arriesgado trabajo de honestidad y dignidad, pero se nota que Rebollo no tiene tablas, y cuando debía dar el coup de grâce se conforma con mostrar a quien no debía, a ese enigmático observador que nunca actúa, que sólo quiere ver, seguir viendo. Es por ello que al final todo se resiente, la historia y la forma de narrarla, como si nos hubiesen cambiado la película.
Lo mejor: ese personaje sin parangón conocido, una mujer de fragilidad inusitada, débil, torpe, tozuda, que se emborracha y se cae al suelo, que escupe su resentimiento contra los que la observan derrumbarse. Porque ahí está la película, en que todos somos potenciales espectadores de la desgracia ajena; en que preferimos seguir observando a echar una mano. De ahí la importancia que le daba al principio a dónde poner la cámara.
Saludos espiados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!