No hay una cosa que más aborrezca en esas superfluas y pedantes discusiones sobre cine que la cosa esa del "ritmo" ¿Acaso una película se proyecta en una discoteca? ¿Es que alguien se mueve espasmódicamente en la butaca? Y no me refiero, dios me libre, a que los films tengan que ser aburridas sucesiones de imágenes onanistas, sino a que no todos le ponen al espectador todo en bandeja. Igual que no es lo mismo leer a Ken Follett que a Marcel Proust, pese a que el primero es millonario y el otro murió en la decadencia más absoluta...
Con esta breve aclaración, me gustaría dar parte aquí de una cinta del maestro Aleksandr Sokurov que es padeciente de una tremenda criba: la ha visto muy poca gente; de ahí, la mayoría se ha aburrido y, finalmente, ha quedado sepultada por dos factores que me parecen decisivos. Primero, la absurda similitud que se suele hacer entre Tarkovski y Sokurov; después, la incomprensible aversión de una buena parte de la crítica, encargada de dar lanzamiento a productos más modestos, a títulos que son considerados "carne de festivales".
La película en cuestión es MAT I SYN (MADRE E HIJO), o cómo el sentido pictórico de Turner puede llevarse a la pantalla; o cómo se puede narrar la enfermedad y la muerte casi sin palabras, apenas algunos susurros íntimos; o cómo el director deja todo un campo abierto para que el espectador cree su propia historia anterior de los dos únicos personajes de esta extraña fábula sobre la fugacidad de la existencia, lo vacuo de la misma ¿Y por qué, aún con esas imágenes repletas de ternura, con el hijo cuidando a la madre en una maravillosa inversión de roles, aun así nos invade la sensación de que algo terrible ha sucedido antes? Porque Sokurov no quiere mostrar nada más que ese último tramo antes de la desaparición, pero no por ello tendríamos que renunciar a una posible intranarración, más que nada por dotar de lógica interna a esos interminables minutos con el director recreándose en las hojas azotadas por el viento o en el rumor de un tren que se divisa en la lejanía. Sólo un último apunte: resulta muy complicado (y actualmente mucho más) filmar la muerte. En MAT I SYN, Sokurov realiza una preciosa y delicada labor poética acerca de ese último aliento. La mano yerma y acartonada de la madre se abre al fin, una mariposa estaba oculta en ella, quizá la presión de esa mano antes de morir la haya matado a ella también... La mariposa cae...
Bellos saludos.
2 comentarios:
Esta sí es una gratísima sorpresa. Descubrí a Sokurov a través de esta película y me enamoré tanto de la película como del director desde el primer instante. Desde entonces, siempre que tengo oportunidad aprovecho para recomendarla a las personas que, como yo, consideran que el cine, entre otras acepciones, es denominado Séptimo Arte gracias a directores como Sokurov.
Cualquier amante del arte, no sólo del cine, debería ver esta película.
Un saludo
Vaya, una seguidora de Sokurov, menudo derroche. Ya hablé en su momento, muy al principio del blog, de esa obra maestra que es EL ARCA RUSA, mi favorita. Ésta me parece maravillosa, y próximamente me pondré con la impactante trilogía que dedicó a tres figuras como Lenin, Hitler y Hiro Hito.
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