Es muy posible que me quede más solo que la una tras esta reseña, pero uno tiene que ser fiel a sus principios aunque le queden lejanos, como es el caso.
Hay una máxima en cine que defiendo incluso por encima de las películas, incluso por encima de los autores: independientemente de su calidad global, si un film es capaz de lograr su propósito básico (éste suele ser entretener), entonces es que gran parte del camino está hecho y sus méritos serán reconocidos de una forma u otra.
Y dicho esto, comenzaré recordando que el gobernador de California empezó a acuñar su incomprensible fama a raíz de CONAN, THE BARBARIAN, que se estrenó el mismo año que una curiosa producción del inefable Dino de Laurentiis, hablo de THE BEASTMASTER, del minusvalorado y hasta despreciado Don Coscarelli. Por supuesto que es cine supercomercial, claro, y no lo oculta ¿para qué? A principios de los ochenta, el cine de aventuras vivió una fiebre sin precedentes y el llamado "de espada y brujería" también tuvo su momento de gloria. Una mezcla de ingenuidad, desparpajo y gusto por el ritmo hedonista de las secuencias eran sus princiales señas de identidad. Sin embargo, un elemento diferencia a las dos que he dicho más arriba e inclina la balanza hacia la segunda y más modesta: el sentido del humor. Por un lado (y supongo que casi todo el mundo la habrá visto, si no hay que correr a un videoclub) las interpretaciones siguen un acertado patrón autoparódico que nunca se toma en serio a sí mismo, mientras que el tipo con apellido de refresco sigue pensando que sabe actuar. El ritmo, siguiendo las directrices impuestas por Spielberg, es simplemente exhaustivo, no salimos de una cuando nos vemos en otra, además las secuencias están bien delimitadas, para que hasta el más jovencito (a ellos va dirigida) siga el hilo sin problemas. Y luego, recordemos el precedente de Coscarelli en la dirección: PHANTASM. Una de las películas más bizarras que he podido ver en mi vida, donde, con cuatro duros y las cosas muy claras, asistimos a un fascinante ejercicio de serie B onírico-surrealista. Y también en THE BEASTMASTER hay hueco para la oscuridad y la ida de olla más saludable, como esas criaturas sin cara que... ¡ay si te cogen!; o unos bestias sin cerebro con atuendo sadomasoquista que persiguen a Marc Singer (sí, el de V) y sus colegas por unos tétricos túneles. Por no hablar de que sus colegas son un tigre, un águila y un par de pequeños hurones que son la leche.
Total, que ya no se hacen películas así; que deberían poner alguna de sobremesa en la tele en vez de esas bazofias de autoayuda y que la recomiendo encarecidamente si lo único que se quiere es pasarlo pipa como un pequeñajo.
Saludos bestiales.
2 comentarios:
Si sirve de algo, a mi también me gustó.
Y Cosas que nunca te dije también me parece lo mismo que ha hecho la Coixet de ahí para adelante... y me gustó más, para qué engañarnos.
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