El género de terror suele poseer la desconcertante cualidad de atraer primero (casi siempre) y defraudar luego (también). El problema de dicho género viene dado por su ineludible tendencia al creacionismo arrollador; esto es: cada film de terror, incluso el más cutre, quiere decir la última palabra, sea en efectos o su final o cierto giro escabroso... lo mismo da.
De vez en cuando, muy espaciadamente, surgen artefactos que, independientemente de su presupuesto o intenciones comerciales, marcan tendencia casi sin pretenderlo y años más tarde son elevados a la categoría de clásicos. Ocurre cuando la película se olvida de que pertenece a un género bien definido y marca su propio territorio. Ocurrió hace cuarenta años cuando un joven tejano de 28 pasó de angustias y presupuestos y, emulando al gran Jess Franco, se echó una cámara al hombro y filmó con cuatro perras y algo de salsa de tomate NIGHT OF THE LIVING DEAD. El resto pertenece a la leyenda.
Si obviamos el carácter de "peli de zombies" (no fue la primera, aunque sí abrió nuevos caminos), lo que más me sigue gustando del trabajo de George A. Romero es el más que interesante abanico de reciprocidades que en ella se producen. NIGHT OF THE LIVING DEAD es un homenaje al western de asedio, por ejemplo, de Sam Peckinpah o Budd Boetticher, pero también expande sus raíces a través del tiempo e influye decisivamente en títulos clave como ASSAULT ON PRECINCT 13, de John Carpenter o STRAW DOGS (otra vez Peckinpah). Todo esto por salirnos de cierta tendencia ya predeterminada y excesivamente obvia, claro; la que enlaza a esta magnífica película y los millones de émulos más o menos afortunados que pululan por el proceloso océano de la serie Z (esto ya es serie B). Se creó el subgénero película de zombies, dentro del género de terror y, de paso, se sentaron las bases y claves para entender todo este curioso universo que tanto gusta a freaks y coleccionistas. Aunque si tuviera que quedarme con una apreciación que, por supuesto, no deja de ser personal, sería otra significación, la que vemos más allá de las vísceras y los resucitados a cámara lenta: Veo (y no sé si alguien más lo ve) a la enferma sociedad norteamericana reflejada en esos tambaleantes personajes de ultratumba; veo cómo la codicia de dicha sociedad pone cerco, cada vez más estrecho, a los pocos supervivientes que intentan resistir con precarios medios para finalmente sucumbir ante lo que no puede morir... porque ya está muerto. Pero esto lo pienso yo, claro, y no siempre.
Saludos redivivos.
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