THE TEXAS CHAINSAW MASSACRE. Y ya está todo dicho.
Bueno, digamos algo más, que tenemos tiempo. Nos llevaría varios años compilar la cantidad de basura cinematográfica que se basa en un majara que no habla y que se carga (siguiendo siempre un mismo patrón) a un grupo de jovenzuelos imprudentes y salidorros. La trama suele ser de juzgado de guardia y la localización parece el triángulo de las Bermudas, porque nadie puede salir de allí... en fin.
Entonces, yo me pregunto... Si estos son los mimbres con los que un director jovencito y con pocos recursos económicos pretende dar la última campanada del cine de terror ¿por qué no se la juega a doble o nada? Es decir, que si no tienes dinero los efectos van a ser una birria, así que intenta prescindir de ellos y céntrate en crear una atmósfera tensa y envolvente. Como esto sólo se puede hacer con talento e intención, podríamos reducir el grupo de antes a un puñado escaso de nombres. Y esta película sería la piedra angular.
1974, el desconocido Tobe Hooper recoge una noticia acaecida en un alejado lugar de Texas y decide reconstruir aquello con muchas ideas y poco dinero. Aquello le sale magnífico, porque la historia era francamente sórdida y Hooper echa mano de la inexperiencia de los actores (nunca más se supo de ellos) y de una puesta en escena deslavazada, amputada, casi de postal quemada.
El malo. Sí, claro que el tal leatherface es clave. Es clave su mutismo, lo impetuoso de sus acciones, ese aura de sinsentido que resulta tan terrorífico. Es a lo que me refería al principio ¿Para qué gastar metraje y recursos explicando lo que no se puede explicar? El tipo es así y no nos interesa el porqué, eso habría que dejárselo a maestros como Hitchcock. Aquí es el terror directo lo que se impone, y el director lo sabe muy bien y por eso coloca dos puntos álgidos en el film. Primero, la irrupción incontestable de cara de cuero por primera vez. No lo esperamos, y eso lo hace aún más terrorífico. Ésta se ha convertido ya en una escena de cabecera para aspirantes, pues no utiliza los mismos recursos que luego se han hecho tan repetitivos. Transcurre a plena luz del día (apenas hay tomas nocturnas), a la víctima no se le da una sola oportunidad y todo pasa en pocos segundos, es decir: no hay una recreación insulsa de la muerte.
Todos estos elementos desembocan vertiginosamente en un final de infarto, donde hay toda una danza de muerte en un espacio abierto (ojo, abierto) y el último fotograma sigue siendo todo un clásico de este cine insano y descorazonador. El remake ni olerlo, avisados estáis.
Saludos descuartizados.
1 comentario:
Uffff pues mira, es de esas pelis que adquieren cierta gracia con el paso de los años... pero vamos, estoy contigo, es mala y además ha generado cine malo hasta hartarse... el clásico de las pelis de sustos tampoco es para tanto. Saludos.
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