miércoles, 2 de octubre de 2019
El diablo seductor
Lo normal es que LANDRU no guste. No gustará su feísmo, ni su antinaturalismo declarado. Ni sus folletinescas interpretaciones, ni tampoco el hipido continuo de un guion mal elaborado por Françoise Sagan ¿Por qué podría gustar entonces este insólito acercamiento al que posiblemente fue el asesino serial más famoso de principios del siglo XX? Pues precisamente también por todo lo antes descrito. Porque la historia de este tipo, repugnante e irresistible al mismo tiempo, es también la de una sociedad hipócrita y enferma, arrasada por la WWI, y abandonada en una amalgama de apariencias e intereses. En un momento dado, una mujer pregunta a otra cómo es posible que ese hombre desgarbado y poco agraciado aparezca puntualmente con una señorita nueva del brazo. "Ya no quedan hombres en París", declara la otra. Y un poco es ese el tono buscado por Chabrol, más integrado en el folletín de Feuillade que en su propio estilo, por mucho que el parisino bebiera incansablemente del pionero de Lunel. Y reconozco que no es, ni de lejos, de lo más memorable de su autor, pero Chabrol siempre tiene algo, siempre ofrece algo, aunque sea el nauseabundo olor de la carne quemada, de un país y un continente chamuscados...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Por qué ve usted tantas películas de Chabrol?.
No son tantas, son todas... (aquí vendría un guiño)...
Es uno de mis directores favoritos.
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