sábado, 11 de noviembre de 2017

Películas para desengancharse #40



¿Qué hago aquí?... Si siguiese por esa línea argumental probablemente no me quedase ya nada más que comentar, nada que mereciese la pena o no ofreciera más que disgusto y hastío. A los cinéfilos se les llama injustamente culturetas, pero no se comprenden los amores, no se pueden explicar los sentimientos que hacen que sigamos un camino definido ¿o es indefinido? Por eso se les llama así, despectivamente, desde la coraza de la indiferencia ignorante, protegidos todos con el quorum de necedad meritocrática correspondiente. Sólo un amante, un enamorado abierto en canal, podría afirmar que FALSTAFF "CHIMES AT MIDNIGHT" es un dulce y nunca bien ponderado fracaso, una de esas películas inasibles e inasumibles para las etiquetas y los encabezados. CAMPANADAS A MEDIANOCHE es ese film que hace que eyacules con 16 años y que tres décadas después te avergüences de seguir profesando ese amor lascivo como una hoja de afeitar. La obra maestra (otra) de Orson Welles, empujado por sus propios rechazos y bancarrotas, se hizo en España cuando era un país sin libertad. Ironías de la vida, porque Welles comprendió que su genio no cabía entre iguales, él era el colonizador consciente, el demiurgo de sí mismo, y no podía más que demostrarlo refundiendo un puñado de obras de un tal William Shakespeare para dar forma a otra cosa, un monstruo imperfecto con aspecto de puñetazo a todo lo biempensante, una historia que salta en aceite hirviendo y desnuda las vergüenzas de los grandes poderes a través del ladrón y pícaro Falstaff, un humano demasiado humano que apenas se preocupa más que de tener la barriga llena y los bolsillos vacíos. Un desheredado que traba una inquebrantable amistad con el príncipe heredero, porque éste encuentra en él a su verdadero padre y no el inhumano yugo del Rey, Enrique IV. Por todo ello, por su teatralidad bien entendida, por esa historia más grande que la vida, por el insólito despliegue de producción o por el atrevimiento de apropiarse de textos eternos, es ésta una película imposible de defender en público; y al igual que el recién coronado y deshumanizado Enrique V, ya no hay un solo hueco para quienes nos quisieron de verdad. Ese ladrón obeso y malhablado no es más que el pálido eco desterrado de alguna pasión que una vez nos perteneció. Desengánchese de ella antes de que se queden completa y mortalmente solos.
Saludos.









2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Es que es muy teatral, yo nunca me enganché.

dvd dijo...

Es genialmente imperfecta. Tiene momentos mágicos, como el arranque o el desenlace; tostones como los soliloquios de John Gielgud; y una batalla en medio que parece impuesta. Es muy rara, es de Orson Welles...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!