martes, 10 de octubre de 2017

Wajda. brillo y dominio #6



Estoy viendo a Puigdemont, pero no veo nada. Estoy escuchando sus palabras, pero no escucho nada. Se suceden las imágenes y las palabras, pero no son más que una consecución de un fracaso descomunal, de la incapacidad para explicar qué significado real se esconde tras la máscara de las patrias.
En 1958, Andrzej Wajda hizo su gran obra maestra, una película capaz de aglutinar un momento histórico, aparentemente ínfimo, pero mediante el que se testamentaba el tremendo conflicto identitario en el que se sumió Polonia tras el final de la Segunda Guerra Mundial y asistir a una segunda ocupación, la de la Unión Soviética. Y en ese magma conceptual nace POPIÓL I DIAMENT (CENIZAS Y DIAMANTES), relato urgente, en apenas unas pocas horas, de un acto subversivo, el asesinato de un dirigente comunista, que sin embargo no es tal, al confundir a la víctima los asesinos, pertenecientes al incipiente ultranacionalismo. Lo que Wajda propone a partir de ahí es una reflexión morfológica y etílicamente polarizada de un país en proceso de deconstrucción por incapacidad identitaria. A veces surreal, otras con aspecto de ensoñación o incluso de pesadilla inemporal, CENIZAS Y DIAMANTES es la piedra angular de una cinematografía libérrima y altamente creativa, la de un cineasta que jamás se impuso barreras, sino que supo usar cada aspecto histórico como herramienta de afilado discurso. Hay varios momentos en esta amarga crónica de la derrota que merecen incluirse en cualquier antología cinéfila; un protagonista, paradigma del antihéroe, que apenas sabe dónde quiere estar, excepto donde no va a poder estar; y hay también una atmósfera opresivamente licuescente, derramada por mesas atestadas y que se abre paso entre el gentío vociferante. No se entiende nada, o se entiende todo, incluso cuando la orquesta, en plena borrachera, entona una polonesa que termina en catástrofe, con cada músico yendo por su lado.
Y los políticos hablan y hablan, pero yo sigo sin entender nada tampoco...
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!