lunes, 30 de octubre de 2017
El mejor de los males
En la pasada edición del festival de Sitges, una película dejó dividido por completo a un público acostumbrado a que los géneros más detectables sean los que copen la programación, y al que le cuesta abrirse a propuestas que intentan, con mayor o menor fortuna, agitar las fórmulas en busca de formas más novedosas. Algo de eso del post-horror hay en PET, el largometraje con el que el joven barcelonés Carles Torrens (que ya apuntaba maneras con la olvidada EMERGO) da una nueva vuelta de tuerca al cine de psicópatas que secuestran gente. Sobre todo porque esta no es la típica película en la que el horror proviene de lo que vemos, sino precisamente de lo que se nos escamotea; en la habilidad de Torrens para que el montante no se le vaya de las manos entre giros y más giros de guion estriba el valor de esta pequeña pero intensa película, de la que resulta imposible desvelar casi nada sin que se desmonte toda la sorpresa. Podría ser la historia de un tipo tímido y solitario que secuestra a la chica que es su inalcanzable objeto de deseo, pero es otra cosa aún más retorcida e impensable, y lo sigue siendo después, en un desarrollo con altibajos y obstáculos complicados de sortear, que flirtean a partes iguales con la genialidad y la ridiculez, y que la deja como un fresco e interesante punto de partida para este (otro) prometedor director afincado en Estados Unidos.
Curiosa, y recomendable precisamente por eso.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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