viernes, 7 de marzo de 2014
Una mujer bajo la mentira
En BLUE JASMINE, Woody Allen intenta acercarse a John Cassavetes. Con todas sus fuerzas. Desgraciadamente no lo logra, pero esto de ninguna manera lastra los dos grandes sustentos de esta estupenda película; estupenda por entretenida, dinámica e incluso, por momentos, divertida dentro de su ponzoñosa trama. Lo primero que llama la atención es que por fin Allen parece haberse dado cuenta de lo poco que se parece este mundo al que él solía retratar tan bien hace treinta o cuarenta años, y un buen artista, un cineasta que no pretenda arrogarse la incesante infamia de ser "cronista de su tiempo" (y Allen sólo lo ha sido en los aspectos que él ha sabido manejar) no puede caer en los engaños que su ego le dicte, sino que su observación y posterior disección de un "estado de las cosas" en constante cambio le llevará a su propio cambio personal. En vez de creerse capaz de resolver cualquier asunto, BLUE JASMINE pone de manifiesto que el que va a quedarse atrás no será el que no posea cuentas millonarias, sino el que no sepa disfrutar de sus pequeños momentos de felicidad. Pero nos quedaríamos muy cortos si no hablásemos de Cate Blanchett; no sólo por su, creo yo, incontestable premio, sino por su capacidad para reinventarse, ofrecer cualquier variedad de registros, llevarlos al extremo y, aun así, resultar creíble. Blanchett es Jasmine, que vendió su alma al diablo de las finanzas fraudulentas y luego, cuando todo se fue al carajo, llegó al "terrible" purgatorio de ser normal. Demasiado tarde, porque este es un prototipo de persona neurasténico-histérica, incapaz de empatizar y con un egoísmo que la deja fuera de todo análisis objetivo. Jasmine es casi la Mabel cassavetiana, pero su desequilibrio alberga otra cosa, aún más terrible y despiadada; no el film, notablemente inferior a la obra maestra erigida en torno a la magistral interpretación de Gena Rowlands (de la que Blanchett extrae no pocos elementos), pero sí por la inteligente particularización que Allen hace del mundo tras el desenmascaramiento de las sanguijuelas que nos han llevado a esto que ahora conocemos como "crisis financiera". Por supuesto que hay películas infinitamente más agudas y reveladoras sobre este tema, pero no deja de tener su importancia que un director inevitablemente en su propio final de trayecto tenga este tipo de consideraciones, y que además sea ésta una de sus mejores (recientes) películas.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
5 comentarios:
Pues sí, se agradece que el maestro se vaya despidiendo de la manera más terrenal posible, o sea, más comprometida que estuvo muy bien su época de payaso, de nostálgica infancia, de fan de bergman, de bufón de palacio de los pijos neoyorkinos y todo eso, pero el mundo obrero también nos merecemos un guiño alleniano aunque sea plagiando un poco a ese tranvía llamado deseo.
La Blanchett... tremenda.
A mí me gusta mucho esta película, pero de verdad que está más cerca de Cassavetes que de Bergman. Es decir: este es otro Allen, o me lo han cambiao...
Cate Blanchett es tan buena actriz que es capaz de que un personaje que normalmente suele destilar compasión, al público le resulte odioso, incluso repugnante. La escena final es uno de los cierres con más mal rollo que he visto últimamente...
Y sale Ford Farlaine
Yep!!!...
Otra prueba más de que Allen sigue siendo mucho más que un director de comedias... Qué haríamos sin él.
Un abrazo.
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