sábado, 7 de diciembre de 2013
Comunión o bautismo
El cine francés correría un serio peligro si llegara a pensar (me refiero a un conjunto de cineastas, claro) que, aun teniendo poca cosa que contar, un cierto tratamiento de la imagen y de cómo afecta ésta a los actores, podría salvar el montante e incluso dotarlo de cierta "privacidad molecular", como si de un espacio vedado al exterior se tratase. Hay una hornada de jóvenes directores galos que han recibido una herencia directa de sus inmediatos antecesores, y de éstos se me ocurren a vuelapluma tres, que podrían ser Claire Denis, Arnaud Desplechin y Bruno Dumont (hay más, pero son demasiados, y en realidad el que canta aquí es Ozon), y entre estos alumnos aventajados encontramos a la muy prometedora Mia Hansen-Love, que no cesa de reinventarse, o Katell Quillévéré, que presentó este mismo año en Cannes su segunda obra, SUZANNE. Ambas jóvenes, con más pinta de modelo publicitaria que de directora de cine, pero con una divergencia que me parece fundamental. Mientras la primera no teme adentrarse en los terrenos más espinosos y amargos de las relaciones humanas, y de ellos extrae lascas de belleza incómoda, la segunda parece hacer todo lo contrario. En su titubeante debut, UN POISON VIOLENT, Quillévéré no se decide sobre qué quiere filmar exactamente, y podría haber elegido entre el despetar sexual de su sosísima protagonista de 14 años, las dudas provenientes de su educación religiosa, la atracción que siente por un pobre curita de origen italiano o lo que parece subyacer bajo todo ello y que es en estos títulos en los que se ve claramente qué directores aúnan habilidad, talento y sensibilidad. Todo comienza con una grand absence, la de un padre que, suponemos, no soporta a su mujer, y dejará todo atrás, lo que provocará un torrente de emociones y dudas en esta muchacha. Efectivamente, es lo que piensan, y la joven directora casi no puede evitar el culebrón televisivo; donde debería haber depuración hay un pudor ñoño, y resistir hora y media de adolescente traumatizada tiene su miga. Entre "parecerse a" y "tomar a tal por las solapas y sacudirlo" hay una diferencia que algunos notan y otros ni siquiera saben. Lo mejor: aparte de ver al abuelo cascándosela viendo a la nieta, que aún hay mucho margen de mejora.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
4 comentarios:
Umh... ¿Qué pinta dices que tienen que tener las directoras de cine?
A mí me gusta el cine de Mia Hansen-Love, y mucho menos el de Katell Quillévéré; las dos son jóvenes y muy guapas. Se trata de una afirmación, no una opinión.
Nope, es una opinión en toda regla, porque la frase implica que las modelos publicitarias tienen una pinta, presumiblemente atractiva y sexy, y las directoras de cine otra, presumiblemente no. Y la verdad, sacarlo a colación en una crítica de su trabajo como cineastas simplemente no es inocente o neutral. ¿De verdad comentas eso de los directores masculinos? "Wes Anderson, con más pinta de cantante pop hipster que de director de cine"; "Quentin Tarantino, con más pinta de mamporrero antidisturbios que de director de cine"; "Jim Jarmusch, con más pinta de modelo de champú/acondicionador que de director de cine", etc.
No pretendo ser cabrón ni troll, sólo quería subrayar esas cosas que todos dejamos caer sin pensar a veces y que perpetúan los estereotipos sexistas.
Si no lo pensara no lo pondría.
Jim Jarmusch parece un rockero, Tarantino un empleado de videoclub y Anderson un tenista de tercera. El único que parece un modelo es Ben Affleck; un estupendo director de cine, por cierto...
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