martes, 23 de octubre de 2012
Freestyle
En términos cinematográficos, SHADOWS es jazz. En términos jazzísticos, la ópera prima de John Cassavetes es un sablazo de whiskey y humo en penumbra. En términos artísticos, SHADOWS es un productor de Hollywood en calzoncillos (evidencia) y sin saber dónde esconderse. La primera película de Cassavetes no sólo abrió la posibilidad de hablar de "cine independiente", sino que se adelantó a la Nouvelle Vague en intenciones y resultados y deslumbró a la crítica europea, que demandaba "el siguiente paso" tras el neorrealismo. No es Bergman, ni es Antonioni, ni mucho menos Fellini; igual que cuesta rastrear a los posteriores Godard, Rivette o Resnais. Lo que Cassavetes logra es que asistamos a un trozo de realidad arrancado a trompicones de su propia circunstancia; que la exposición de la problemática racial (aquí no más que una excusa argumental) aluda tanto a un grasiento y neoyorquino "Romeo & Julieta", para, seguidamente, zarandearnos hasta los confines de los clubs clandestinos, donde los negros son ¡SON! No eran los negros en aquellos tiempos, porque, por ejemplo, Hollywood se cuidaba en relegarlos a papeles no ya secundarios, sino directamente ridículos (ridiculizantes) y que poco o nada tenían que ver con su dura realidad social. Cassavetes no sólo se atreve a colocar al negro a la misma altura que el blanco, sino que lo despreocupa y utiliza su imagen de la misma manera que podría hacerlo con un blanco; así que no se preocupa más allá de lo que SHADOWS significa tras su apariencia descuidada. Y es que, además de suponer un fresco instantaneizador de su tiempo, es también, lo sigue siendo más de cincuenta años después, uno de los exponentes más lúcidos e inteligentes de cómo burlar la planicie mental de la industria y emplear la brocha gorda como un florete cargado de intención. Y debo decir que no es mi favorita de Cassavetes, pero también debo decir que su aroma irreverente y combativo es tan excitante como irresistible ¿Una obra capital? Véanla, no se puede decir otra cosa.
Saludos umbríos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Para mi es una maravilla, una obra maestra. ADORO esta película.
Es un punto de inflexión, y demasiado desconocido aún para según qué público y para la importancia real de su calado.
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