jueves, 13 de octubre de 2011

La medida de las palabras



POLITIST, ADJECTIV es una de las mejores películas que he visto jamás; probablemente la mejor de los últimos cinco o seis años; sin duda, la mejor que he visto este año. Así de rotundo ¿Y por qué así de rotundo? El último film de Corneliu Porumboiu, autor asimismo de la magnífica, aunque en mi modesta opinión inferior, A FOST SAU N-A FOST?, no es que sea la alegría de la huerta precisamente, de hecho, créanme: es bastante tediosa. Sí, un film puede ser aburrido y magistral; a mí personalmente no es que me aburriera, pero comprendo que lo haga con cualquier tipo de espectador medio. De nuevo una pregunta: ¿Y por qué tantas contradicciones desembocan en un estupendo resultado? Mi respuesta es que Porumboiu subvierte las reglas narrativas para lograr una madura reflexión sobre el sentido de ciertas acciones cotidianas; algo común en cualquier tesis filosófica, pero inaudito en un largometraje que optó (sin éxito) a representar a su país nada menos que en los oscar. En este caso, es el típico relato policíaco el que sufre una sintomática metamorfosis semántica de doble vertiente. Por un lado está Cristi, un policía cualquiera, al que se le encarga el seguimiento, vigilancia e informes de un joven que eventualmente consume hachís, ya que se cree que también lo comparte y, por tanto, incita a la drogadicción. Kafkiano y mordaz a partes iguales, el ingenioso guion de Porumboiu dilata los tiempos previos al impredecible desenlace en una serie de secuencias neutras, principalmente largos e infructuosos tiempos de espera en la calle, lo que es aprovechado, casi inadvertidamente, para construir un fiel retrato de un país gris, anodino. Esto queda patente en una secuencia final larguísima y, a mi juicio, absolutamente magistral, en la que Cristi muestra su rechazo a un sistema policial que invierte tiempo y dinero en casos sin importancia, teniendo en cuenta incluso que una probable detención, por una minucia, podría devastar la vida de un muchacho que realmente no le hace daño a nadie. La respuesta es fría, implacable: es burocracia pura y dura, y el verdadero leit motiv de esta película áspera y difícil, una película que nos pregunta directamente a cada uno de nosotros acerca del sentido último de nuestras acciones cotidianas. Imprescindible.
Saludos adjetivados.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!