martes, 10 de diciembre de 2024

Yo anduve con un zombi


 

Me pregunto, más allá de la conveniencia de visibilizar la figura, doliente y oprimida, de su protagonista, acerca de qué tipo de invocación narrativa supone PRISCILLA. No hay que olvidar que esto es el punto de vista de Priscilla Beaulieu (Presley de casada), las memorias que escribió hace cuarenta años, en los que sorprendía la ciclotimia de sus páginas, que como montaña rusa enlaza el cuento de hadas con el relato de terror, el oropel con la claustrofobia o la generosidad con el egoísmo. No me gusta la película. Es Elvis sin Elvis. Ni su música, ni su imagen, ni su aura. No me gusta la sucesión de postales, ni siquiera videoclips, sino la sensación de que todo está ahí puesto cinco minutos antes, justo hasta que la directora encuentra el azúcar entre Chanel y Kellogs. Es una película que sestea, que da sueño, que no inventa nada, ni homenajea nada, ni contagia algún entusiasmo. Curioso, porque es una historia archiconocida, pero está mostrada como una especie de revelación. No se equivoquen, PRISCILLA es un artefacto, uno más de los perpetrados por una directora cada vez más relamida y revolcona, pero eso ya lo veíamos venir...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!