viernes, 9 de agosto de 2019
Orgullo y sensibilidad
En un momento particularmente significativo de THE DEEP BLUE SEA, el extraordinario film de Terence Davies, una inabarcablemente contenida Rachel Weisz resume, en una frase lapidaria, como un escupitajo meditado, toda la carga interior de su personaje, al responder a la estirada madre de su esposo, un juez anclado en modales infantiles, que lo único que no soporta en esta vida es la insensibilidad. La adaptación que Davies hizo de la obra original de Terence Rattigan es mucho más que una pieza de cámara, al adentrarse en ese "profundo mar azul" que no es otra cosa que el misterio que nos hace humanos, y por tanto inexplicables. Es una historia de amor, sí, pero también es ámbar fotográfico, de cuando la gente olvidaba bombardeos cantando al unísono (prodigiosa escena) con una pinta en la mano. En el otro extremo de los días felices, el amor que todo lo vacía, que todo lo desarma, que va más allá de cualquier acto de orgullo, y que deja las facturas sin pagar para poder estar en deuda con uno mismo. Es una historia tan simple que parece que nos la estén contando por primera vez, pero que contiene un mensaje que más nos valdría no olvidar, porque no son buenos tiempos para enamorarse...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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