sábado, 20 de mayo de 2017
El arte de la referencia
Uno de los ejercicios más divertidos y gratificantes a lo que puede enfrentarse un cinéfilo es ahondar en la filmografía de un director al que haya descubierto recientemente. Aún con lo escaso que es su bagaje, lo cierto es que Jeremy Saulnier es uno de los nombres a seguir de esta década desde que una modesta producción, BLUE RUIN, llamara la atención tras su exitoso paso por festivales de medio mundo, y por la gozosa confirmación de su poderoso y personal estilo en GREEN ROOM. Pero el debut de Saulnier se produjo hace exactamente diez años con un film de presupuesto inexistente, levantado rigurosamente gracias a la colaboración desinteresada de sus amigos y familiares (ahí estaba ya Macon Blair) y que atendía al sugestivo título de MURDER PARTY, o la constatación de que con imaginación se puede hacer cine de género fresco, divertido y, en este caso, sangriento y repleto de referencias a una multitud de lugares comunes perfectamente reconocibles para ese cinéfilo irredento al que parece dirigirse el cine de Saulnier. Con una estética que no dista mucho de aquellas infectas teen movies ochenteras, que sólo la nostalgia ignorante ha mantenido como pasables, MURDER PARTY parece una broma, una película hecha para el mero disfrute, pero Saulnier demuestra que llegó para quedarse y que sabe modular sus guiones para lograr diferentes efectos sobre el espectador. De la parodia a la comedia negra, pasando por el giro referencial y autoconsciente y desembocando en una brutal explosión gore que da bastante mal rollo. El argumento no tiene desperdicio: un tipo bastante panoli va a pasar la noche de Halloween junto a su gato, pero una misteriosa invitación que encuentra por casualidad le lleva hasta un apartado lugar donde se va a celebrar una "fiesta sangrienta", y como no tiene nada mejor que hacer se pondrá un disfraz ridículo y allí le esperan unos estudiantes de arte ligeramente "particulares", que planean asesinarle y hacer de ello una obra que les abra las puertas de la alta cultura... Pero lo ingenioso del guion es hacer creíble que un tipo que es carne de cañón no sólo logre sobrevivir, sino que se convierta en un inesperado quebradero de cabeza. Una película que pasa en un suspiro (dura poco más de una hora) y que merece la pena rescatar para olisquear la génesis de este interesante y personal director que es Jeremy Saulnier.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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