miércoles, 31 de mayo de 2017

Cada uno en su jardín



AMERICAN PASTORAL se intuye como una gran, enorme e irrecuperable oportunidad perdida, la de acometer a un gran escritor en la que con toda probabilidad es su gran obra. La novela, para quien no la haya leído, no es sólo una potente y lúcida reflexión sobre el inquietante papel que la madre patria estadounidense ejerce sobre sus habitantes y, por extensión, el resto del mundo, sino que supone un manual de valor incalculable para quien tenga la descabellada intención de dedicarse a escribir. Es, pensando un poco, una narración íntima en lo doloroso y desatada en lo histórico, y ambos aspectos confluyen y maridan sin esfuerzo en el libro de Philip Roth. Y quizá su adaptación cinematográfica hubiese demandado una mano más experta que la del actor escocés Ewan McGregor, que se queda en una aceptable dirección de actores, lo más destacado, pero que se ve imposibilitado para tocar en un órgano tan inmenso, lo que deja esta mordaz epopeya en apenas un dramita familiar, y lo que podría haber sido un título para recordar en una curiosa anécdota. Baste señalar la intrascendencia del prólogo y el epílogo, que quedan desgajados del núcleo central, donde asistimos a diversos intentos de lucimiento de su director y protagonista, mientras Jennifer Connelly y Dakota Fanning hacen lo que pueden por dar credibilidad a unas situaciones exageradamente novelescas. Nos quedaremos sin saber qué hubiese hecho un Jeff Nichols, por ejemplo, pero eso ya pertenece al sinuoso terreno de la especulación.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!