sábado, 16 de enero de 2016
El santo
Bruno Dumont es el otro cineasta cuya filmografía vamos a completar en las siguientes semanas, y como ya hablamos aquí de su ópera prima vayamos directamente a su segundo largometraje. Premiada triplemente por el jurado en Cannes'99 (actor, actriz y película), L'HUMANITÉ es, quizá, el film que mejor define la esencia de Dumont, su hermético discurso pone de relieve lo que vemos sin ver, que es lo que cotidianamente se nos escapa, a menudo por no saber mirar en la dirección adecuada. A estas alturas es poco menos que ridículo implementar un discurso en torno a la "inexpresividad" o el plano "vacío"; se puede criticar una lentitud no siempre justificada, incluso es insoslayable el regodeo que Dumont perpetra en cada trabajo (pero para eso hay que verlos todos), sus férreas convicciones estéticas, su alienígena sentido del ascetismo formal o, claro, su impúdico (a veces gratuito) tratado del sexo. Lo que a mí me interesa es otra cosa, el mensaje que se instala tras la polémica y la minuciosa y paciente construcción de un mundo hecho a medida de un narrador que parece no querer contar nada, sino que seamos nosotros quienes descubramos los mensajes ocultos. Nos desviaríamos si inscribimos L'HUMANITÉ en el género policíaco, porque los sinuosos meandros por los que se despliega su descarnado devenir indican otra cosa, una especie de introducción a los pequeños infiernos de cada día, dando por hecho que éstos van a estar ahí, delante de nosotros aunque pretendamos obviarlos. Lynch lo hizo a través de una oreja cercenada, Dumont nos invita a observar en el límite de lo soportable a partir del crudísimo primer plano de una vagina infantil violada. No es un mundo para ser explicado, sino un mundo que algunos, alguna vez, logran desnudar de su propia falacia.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Pffff, vaya dos filmografías... Y yo sin tiempo para machacarlas con argumentos... A ver si me toca la Lotería y Dios me deja tiempo libre para tan loable fin.
Pues yo les defiendo y sigo siendo pobre...
Y no se queje, que ya me he puesto con German...
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