jueves, 26 de marzo de 2015
Esto y el colmo
Lo peor de CAPTIVES no es la frustración suscitada en cualquier buen viejo admirador de Atom Egoyan su acusada decadencia, sino que, apenas transcurridos diez minutos, ya hemos visto esto en otra parte, y no hace tanto. Sí, me refiero a PRISONERS, que inventaba sus propias reglas para construir un sólido film de género; sin embargo, al director de maravillas como THE ADJUSTER o EXOTICA se le va la mano al intentar lo contrario, que es dotar de normalidad y coherencia un batiburrillo deslavazado y viscoso. Pero tendríamos que irnos nada menos que diecisiete años atrás para encontrar el germen que nos permita entender qué lleva a un autor a desinflar su presión narrativa y vulgarizar una historia que tendría que ser, como mínimo, impactante. Y es que aquel film llamado THE SWEET HEREAFTER tuvo una gran acogida por parte de crítica y público, pero a mí, sin entrar en su calidad, me costaba reconocer a ese cineasta esquivo, huraño e incluso, por qué no, amoral; algo imposible, está claro, si el motivo principal elegido es un drama insoslayable y que pocos se atreverían a discutir, como es la infancia destrozada. Por tanto, siendo innecesariamente condescendientes con Egoyan, al que considero prácticamente perdido para la causa dada su errática deriva, a lo mejor, lo que tendríamos que hacer para entenderlo (como con tantos otros, por cierto) es dividir drásticamente su carrera. Egoyan joven, fresco y bullicioso; Egoyan viejo, carcamal y sospechosamente conservador.
El título de la reseña, debo explicar, alude efectivamente al síndrome, y no explico más...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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