jueves, 13 de noviembre de 2014

Evasión sin victoria



En un camino completamente opuesto, aunque con el mismo objetivo, la complicada adaptación que la Universal emprendió en 1972 de la celebérrima novela de Kurt Vonnegut sigue, a día de hoy, sin poner a nadie de acuerdo. Teniendo en cuenta el estatus de cuasimito de la obra literaria, es perentorio desligarla de la película, buscando los motivos y encontrando las soluciones a un dilema irresoluto. Lo primero es la discutible decisión de encargar a George Roy Hill asumir la dirección; es cierto que el director estaba en la cumbre de su carrera, pero sigo preguntándome qué diablos podría haber salido de quien a mí me parece el único capaz de extraer todo el valor de la novela. Sí, Stanley Kubrick. Y es que SLAUGHTERHOUSE-FIVE se desarrolla en un "dentro-fuera" diabólico, por no juzgar nunca a su personaje principal, Billy Pilgrim, alelado testigo mudo de la podredumbre humana, desde el terrorífico bombardeo sobre Dresde hasta su "abducción" al planeta Tralfamadore; y por no desvelarnos si lo que ocurre está sólo en la imaginación febril de Pilgrim o si en realidad la cuestión es dejar claro que todo ocurre ahora, incluso el ayer... o incluso el mañana. Demasiada pirueta para un director acostumbrado al relato clásico y organizado; todo se resiente en el film, desde su temerario reparto (aunque el cetrino Michael Sacks nos pase como todos habíamos imaginado a Pilgrim) a su confuso montaje, porque si se quiere recrear un salto temporal no estaría de más tener algún indicio estético sobre ello. Sin embargo, Roy Hill, que siempre fue un director con un talento especial para las emociones puras, se explaya en los episodios pertenecientes al ingreso de Pilgrim en el campo de refugiados que da nombre al film; ahí están los mejores momentos de esta irregular película, tanto en el devastador (y con el tiempo, controvertido) bombardeo, como en la camaradería surgida en el confinamiento, o el momento (sí, por qué no) más "Kubrick", en el que toda la confusión y el absurdo de la guerra queda perfectamente reflejado en uno de los atuendos militares más estupefacientes de la historia. Mención aparte merece el puntazo de dejar la banda sonora en manos del genial pianista Glenn Gould. Ahora bien, si la van a ver es mejor que lean antes el libro. Aquí, sí.
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Quieres que lo diga, verdad?. Pues lo digo: La novela es mejor!!! jajajaja.
Es verdad que lo del montaje es una cosa... pa verlo.

dvd dijo...

La novela es mucho mejor, claro que sí. Y eso que cuando la leí no la entendí del todo, si digo la verdad. Es de esas películas que estoy seguro que habrían ganado de haberse hecho treinta años después...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!